A continuación ofrecemos unos consejos que es conveniente seguir una vez tomada la decisión de colocarse un piercing:
Para evitar infecciones y transmisión de enfermedades, acuda a centros que respeten las normas de higiene y prevención de riesgos sanitarios en cuanto a condiciones del local, utensilios y materiales de trabajo. Compruebe que el centro está autorizado para realizarlas.
Todo el material destinado directamente a atravesar la piel, las mucosas y otros tejidos debe estar siempre estéril y ser de un solo uso. Los materiales que se utilicen en la operación y que no sean desechables deben ser esterilizados y guardados en bolsas o recipientes estériles hasta su nuevo uso.
Cuando se vaya a colocar el piercing no debe padecer ningún tipo de enfermedad o infección. El hecho de tenerla, ya sea un resfriado o un dolor de muelas, implica que su sistema inmunológico está debilitado.
Debe pedir que lo coloquen sobre una zona de la piel en la que no haya rozaduras, quemaduras, granos, reacciones alérgicas, ni síntomas de enfermedades dermatológicas.
Antes de colocarlo es conveniente tener aplicada la vacuna antitetánica. Recuerde que no podrá ser donante durante un año después de habérselo puesto.
Recuerde a quien vaya a colocarlo que debe limpiarle y desinfectarle la piel antes de perforar.
Determinadas partes del cuerpo como la lengua, el ombligo, los pezones, los labios, los genitales, son zonas en las que es más fácil que puedan ser arrancados con el roce o al quedar enganchados en la ropa. Recuerde que estas zonas son más sensibles a contraer infecciones.
Posteriormente, debe evitar la formación de costras, siguiendo los consejos que le indique el profesional. No debe bañarse en la piscina ni en el mar hasta que haya cicatricado la intervención.
Pida factura por el pago del servicio; es importante para una posible reclamación. Controle dónde esté puesto y acuda de inmediato al médico ante síntomas de fiebre, enrojecimiento inflamación, dolor o molestias.