La indumentaria tradicional de un pueblo, junto con sus danzas y sones, brindan la forma más veraz y auténtica de conocer la idiosincrasia del mismo.

Mediante la indumentaria se puede deducir el clima de la zona, el carácter de sus gentes y la manera de sentir y expresar sus sentimientos.

Ya en el siglo XVII comenzó a consolidarse el traje popular o regional. Pretendían que surgiera la identidad de un pueblo frente a la entrada de modas extranjeras (por ejemplo la Francia de Luis XIV, el Rey Sol). Se pretendía, de esta manera, afianzar y consolidar las tradiciones y costumbres autóctonas.

A la vez, la indumentaria tradicional ha servido para diferenciar claramente los niveles sociales de las diferentes épocas de la historia.

Con la industrialización de la Revolución Industrial, comienza el declive de las indumentarias tradicionales. Se empezaban a perder costumbres e identidad a medida que avanzaba el trabajo en serie.

También fue importante el avance en los medios de comunicación, ya que las noticias y las distintas influencias llegaban más aprisa y en condiciones más asequibles con la potenciación de los transportes y la universalidad de las modas.