Free cookie consent management tool by TermsFeed Roque López- Marco histórico - Región de Murcia Digital
HISTORIA

Roque López

Marco histórico

Virgen Dolorosa de Roque López [Murcia_Roque López]
Virgen Dolorosa de Roque López

Las actuaciones de Floridablanca en Murcia, tercer cuarto del siglo XVIII

La Guerra de Sucesión se saldó con la victoria de la causa borbónica. El gran apoyo prestado por la nobleza regional incrementó las relaciones entre la Corte y la clase política murciana, de donde la monarquía borbónica extraerá, ahora, numerosos funcionarios para el gobierno, llegando algunos de ellos a los puestos más altos. Este sería el caso de José Moñino Conde de Floridablanca, que fue primer secretario de Estado entre 1777 y 1792.

Desde su estatus político, el Conde de Floridablanca llevaría a cabo abundantes actuaciones en pro de la ciudad de Murcia. Instaló nuevas fábricas y técnicas productivas, implantó el libre comercio, llevó a cabo grandes proyectos hidráulicos, como el del Reguerón en Murcia, que permitió la confluencia del Guadalentín con el Segura, disminuyendo la crudeza de las inundaciones; desarrolló roturaciones; aprobó los estatutos de la Sociedad Económica de Amigos del País (reflejo de una Murcia necesitada de reformas); y fomentó la cultura ilustrada.

A nivel nacional, Floridablanca dividió el mapa nacional en 38 provincias, alguna como la de Murcia con carácter de reino-provincia. Algunos de los lugares que le correspondían al partido de la ciudad de Murcia fueron Beniel, Abanilla, Santomera, Alcantarilla y Fortuna, además de inmensidad de municipios desde La Alberca hasta San Javier, y desde Archena hasta Alhama.

El Siglo XIX: demografía, economía y sociedad

La llegada del siglo XIX supuso para la sociedad murciana el inicio de la lenta transición hacia su modernización demográfica. A pesar de que la primera mitad de esta centuria fue realmente negativa para la Región por la reaparición de hambrunas, epidemias, guerras, sequías o inundaciones; se produjo un significativo crecimiento del total poblacional gracias al aumento de la natalidad, el descenso de la mortalidad (especialmente infantil) y la mejora de las condiciones de vida. Esta tendencia se verá reforzada durante la segunda mitad del siglo, pasando de 271.079 habitantes en 1780 a 577.987 en 1900.

Este crecimiento demográfico estuvo favorecido por la mejora de la economía murciana, auspiciada por la aparición de una moderna agricultura de regadío y el desarrollo de la industria minera en la Sierra de Cartagena, Águilas y Mazarrón. Todo esto auspiciado por las reformas liberales de la propiedad y la desamortización eclesiástica.

Pero el desarrollo económico se ralentizaría al finalizar la centuria, debido a la crisis de la agricultura, el declive de la actividad minera, y la intensificación de los movimientos emigratorios murcianos a Iberoamérica y Cataluña, manteniéndose los dirigidos a la Argelia francesa iniciados en la década de los años 30 en las zonas del sureste peninsular. 

Durante este siglo, la sociedad se dividía en distintas clases sociales: 1/- Una clase dirigente, compuesta por la nobleza terrateniente, la nueva burguesía industrial y los altos mandos del ejército. 2/- La clase media urbana, compuesta por personas que ejercían profesiones liberales como funcionarios, empleados, comerciantes, oficiales del ejército, etc. 3/- La clase popular urbana y el campesinado.

La Guerra de Independencia en Murcia (1808 – 1814)

El comienzo del siglo XIX en Murcia no pudo ser más catastrófico, con la rotura de la presa de Puentes (Lorca) en 1802. Incidente que provocó más de 600 muertos y la devastación del Valle del Guadalentín.

En 1808 se inició la Guerra de Independencia, con el traslado de la familia real española a Fontainebleau y la posterior invasión francesa de la península. Murcia apoyó desde el primer momento a la Junta Suprema Central, permaneciendo como una zona de retaguardia que abasteció al ejército español y aportó soldados. Aunque también se produjeron enfrentamientos bélicos, especialmente en las zonas de Murcia y Yecla, que dejaron a la Región exhausta por el esfuerzo realizado.

Finalizado el conflicto bélico, Fernando VII accedió al trono español restableciendo el Absolutismo, lo que supuso la derogación del régimen liberal instaurado por las Cortes de Cádiz y su Constitución de 1812. Este reinado se caracterizó por la persecución y represión de los partidarios del liberalismo en la Región y en toda España.