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HISTORIA

Antonio Puig Campillo, estudioso de Cervantes

Antonio Puig Campillo, estudioso de Cervantes


Lápida conmemorativa del III Centenario de Cervantes en CartagenaUn historiador de su tiempo

La personalidad de Antonio Puig Campillo es conocida, gracias sobre todo a una biografía de José Mª Rubio Paredes, pues fue un ilustre cartagenero.

En él se unieron las letras, sobre todo la historia contemporánea, y el republicanismo federal, que heredó de su padre, quien hubo de salir de Cartagena por la represión del Cantón, instalándose en Santomera, donde nació.

Una faceta también conocida es su investigación en relación a Cervantes: escribió un libro sobre su presencia en Cartagena y Murcia, bien documentado, hasta el punto de que después no se ha aportado nada de importancia. Es posible que una lápida conmemorativa de la celebración del III Centenario de Cervantes (1905), descubierta hace poco en Cartagena, tuviera que ver con su participación, de la que debió ser promotor.

Fue Puig Campillo un apasionado por los problemas históricos de la España de su infancia y juventud: el drama de la I República Española y la Restauración, que analizó en numerosas obras: La revolución cantonal en Cartagena, Historia política y parlamentaria de D. Prefumo y Dodero, Intervención de Alemania en el Cantón murciano, Historia de la Cruz Roja durante las guerras civiles del siglo XIX y El Cantón murciano (todas ellas publicadas de 1911 a 1932), más una biografía del líder cantonal Antonete Gálvez, inconclusa, e Historia de los presidentes de la Primera República española e Historia de la Primera República española, inéditas. Adquirió prestigio con estas obras, hasta el punto de ser citado repetidamente por Benito Sánchez Alonso en el repertorio Fuentes de la historia española e hispanoamericana.

También destacó como docente, pues impulsó la Escuela Municipal de Industrias de Cartagena, de la que fue profesor y director, y como teórico de la docencia, pues escribió un libro (Joaquín Costa y sus doctrinas pedagógicas) y numerosos artículos a favor de la enseñanza infantil y juvenil.

Su actitud política ha recibido también elogios, por ejemplo de José Mª Jover Zamora: “su nacionalismo fervoroso, su visión progresista y su valoración positiva de la trayectoria de nuestro siglo XIX, su resuelta preferencia por los niveles políticos y constitucionales de tal historia, su respeto al discrepante y, en última instancia, a la vida y a la condición humana”, con palabras destacadas por Antonio José Mula Gómez.

Su actuación en la Guerra Civil Española ha sido controvertida, como se puede deducir tanto de la documentación original, como de la biografía ya mencionada. Sobre la primera podemos aportar una novedad: el testimonio en su expediente de depuración como miembro de la Sociedad Económica de Amigos del País de Cartagena, del proceso administrativo por el que pasaron todos los patronos, funcionarios y empleados de las fundaciones de Beneficencia.

Las informaciones de la Alcaldía y la Comisaría de Investigación y Vigilancia de Cartagena lo enjuiciaban así: “tuvo una acción política y social de marcado carácter izquierdista, tanto durante la desacreditada República como en periodo de dominio rojo, en prensa, conferencias, etc., fue Presidente del Partido Federal Republicano; solamente cumplió sus deberes profesionales de irreprochable manera como profesor”; “perteneció al Partido Federal, era Director o propietario del periódico El Pueblo desde el cual se insultaba al ejército Nacional; toda su actuación ha sido de izquierdas, se encuentra en la actualidad detenido; solamente entre los vecinos observó buena conducta”, y “fue persona que en todo momento convivió con elementos de izquierda, habiendo sido Jefe del Partido Federal de esta Plaza, y también militante del Partido Socialista; al estallar el Movimiento y dado a su influencia política, metió en el Frente Popular a dos de sus hermanos, ya que gozaba de gran prestigio en el mismo. Es persona anticatólica y en todo momento ha observado muy mala conducta social, siendo enemigo declarado del Régimen Nacional Sindicalista”.

Por contraste, Miguel Rodríguez Valdés, abogado, vecino de Cartagena, aportó otra visión al expediente:

“Socialmente, siempre ha observado en él un comportamiento correcto. Muy laborioso, el Sr. Puig Campillo, sobre consagrar a la enseñanza una gran parte de sus actividades, en diferentes clases, oficiales y privadas, escribió y publicó varios libros, principalmente de historia y biografía regionales, y mereció figurar entre nuestros más fecundos publicistas.

Políticamente, puede notarse que en las obras de referencia mostró siempre un espíritu ponderado ajeno a toda extremidad, y lo mismo cabe decir de sus actividades, en general, en aquel sentido. Figuró, con el informante, en grupos de carácter francamente derechista, que hace años se significaron en la política cartagenera y que derivaron hacia una militancia conservadora, en la organización que acaudilló D. Juan de la Cierva y Peñafiel y en Cartagena representó D. José Maestre y Pérez.

Más tarde, y luego de un largo paréntesis de inactividad política, D. Antonio Puig Campillo apareció afiliado al federalismo republicano y presidió en Cartagena un comité de esa significación. No ha seguido de cerca el informante la actuación que en ese periodo, que se enlaza con el Glorioso Movimiento Nacional, realizara el Sr. Puig Campillo. Pero sus referencias todas coinciden en la afirmación de que siguió siendo un hombre sereno y ponderado, muy distante de las exaltaciones que enardecieron a la horda, empujándola a las violencias y a los crímenes, y, desde luego, puede asegurar que, en los días del terror trágico, cuando se pronunciaban los nombres de aquellos dirigentes siniestros que presidieron los saqueos y las matanzas que horrorizaron a Cartagena, jamás oyó mezclar entre ellos el nombre de D. Antonio Puig Campillo. Sabe, en cambio, de algunas acciones meritorias suyas, entre ellas la liberación de D. Constantino Fernández-Guijarro, actual Director del Instituto de Enseñanza Media de Cartagena, a quien el informante ha oído asegurar que a los buenos oficios de D. Antonio Puig Campillo, que acudió a ampararle cuando le encarcelaron los rojos, debe su libertad de entonces y muy probablemente también su vida” (31-12-1939).

Fueron informes contradictorios, aunque tanto los dos del Ayuntamiento, como el del abogado coinciden en su humanidad, su profesionalidad irreprochable y su buena conducta con los vecinos.

Los expedientes de depuración de Beneficencia.

Antonio Puig Campillo no fue un caso aislado. Todo el personal de Beneficencia, tanto de la Junta Provincial como de las fundaciones, incluidos los patronos, fueron sometidos a este tipo de expediente administrativo.

Por uno de estos expedientes, el de Juan García Clemencín, sabemos que él salvó el Archivo de la Junta Provincial de Beneficencia durante la Guerra Civil Española, si es cierta su declaración de 14 de abril de 1939: “Como Jefe de la Oficina Provincial de Información, anejo al de Secretario, pero completamente apartado de las oficinas del Consejo (de Asistencia Social) establecidas en local distinto, actividad que entendía era beneficiosa al Movimiento Nacional por permitirme continuar conservando el Archivo de la Junta, tanto más precioso cuanto habían sido destruidos (…) los de varias fundaciones, los de Protocolos y Registros de la Propiedad de algunas localidades de la provincia y según noticias el de la Dirección General de Beneficencia en Madrid, propósito que logré pues aunque posteriormente hube de entregarlo en Enero de 1938, las circunstancias habían variado y se ha salvado”.

Acabada la guerra, las competencias de beneficencia, propias de la Junta Provincial, fueron canalizadas a través de un negociado del Gobierno Civil, que fue el que ejerció de secretaría de la misma.

Se trata de información procedente de un expediente administrativo de depuración del personal de Beneficencia, de uno entre otros muchos que están disponibles desde hace unos meses en el Archivo General de la Región de Murcia, como parte del fondo archivístico de la Junta Provincial de Beneficencia, transferido hace poco al Archivo Histórico Provincial de Murcia y que ha sido organizado recientemente, junto con los expedientes de asociaciones del fondo documental del Gobierno Civil, documentación también de carácter político.

Archivo Histórico Provincial
Vista lateral del edificio que alberga el Archivo Histórico Provincial
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