Obra
Una pintura llena de poesía, decoración, música y misterio
La obra de Vicente Ros ha estado impregnada de muchas y variadas vertientes creativas que le han llevado a configurar pinturas de la más diversa temática, forma o composición.
En algunos de sus cuadros se desprende cierto halo de misterio, llegando a relacionarse algunos de ellos con rituales de espiritismo y de teosofía que se comentaban en el círculo del maestro cartagenero.
El gusto por los motivos alegóricos y por la musicalidad también ha sido descrito en algunas de sus obras. Tampoco omitió uno de los asuntos más frecuentados en las composiciones de los artistas de aquel momento, como la pintura religiosa, lienzos que realizó de manera ocasional siguiendo a los grandes maestros antiguos.
Por otro lado una de las mayores aportaciones de Ros a la pintura de su tiempo fueron las de sus obras decorativas, inspirado por Wssel de Guimbarda y muy identificadas con la técnica wsseliana, destacando además por su ingente labor de cartelista.
A la hora de elaborar sus cuadros Ros se valía frecuentemente de la utilización de líneas danzante y en forma helicoidal. Se tratan de trazos lineales y melódicos que abordan con un sentido muy ilustrativo la temática reflejada. Estos registros pueden percibirse en el boceto que Ros presentó al Concurso Nacional para la decoración del techo del antiguo Teatro Real de Madrid en 1955, en el que representó siete formas de las óperas más famosas del mundo (Aída, El Trovador, Fausto, Parsifal, Don Juan, Norma y Carmen) y que traducían impresiones musicales.
Sus óleos solían estar dotados de una coloración generalmente oscura que hacía resaltar los tonos más brillantes y llamativos, como el azul o el rojo, que primaban en los motivos. Los analistas de la obra de Ros han determinado que sus pinturas frecuentemente se ajustaban a los cánones tradicionales, en cuanto a la ubicación de sus figuras que respetaban la simetría, pero aportando además elementos propios a las escenas.