Detalle monumento Plaza del Barrio Peral [Cartagena_Isaac Peral]
Detalle monumento Plaza del Barrio Peral

Desarrollo de los planos del submarino

Sin abatirse ante los impedimentos propios del contexto político y social en el que se encontraba la España de la Restauración, el joven Peral prosiguió las observaciones y estudios que había ido desarrollando en todos esos años, preocupado e interesado por los problemas que giraban entorno a uno de los mayores sueños del hombre, el de la navegación submarina.

Sus superiores en la Armada y Observatorio de Marina, Cecilio Pujazón y Juan Viñegla, fueron los primeros que pudieron ver los escritos en los que había estado trabajando Peral, siendo también los primeros en darse cuenta de la relevancia potencial de los estudios que tenían ante sus ojos.

El proyecto fue remitido hasta Madrid en 1886, donde el ministro de la Marina, escuchando las explicaciones de boca del propio Peral, decidió que se creara un taller en la Academia de Ampliación para hacer realidad aquel artilugio diseñado concienzudamente por el cartagenero.

Dada la autorización oficial, se inician los trabajos de construcción del que estaba llamado a ser el primer submarino, siendo el experimento probado con gran éxito en el Arsenal de la Carrera de San Fernando.

En el año 1887 se aprobaron los presupuestos para iniciar la realización de aquella obra, y meses después, en 1888, se puso manos a la obra.

Trabajos preparatorios y primeras trabas

Se inicia entonces una agitada etapa en la vida de Isaac Peral, abrumado por los trabajos de construcción y los viajes al extranjero para preparar los materiales que el proyecto requería. En este tiempo, Isaac no paró de seguir investigando y analizando a cada paso las mejoras que podían ser introducidas en el invento para que el resultado fuera totalmente satisfactorio.

La ilusión y el entusiasmo de Peral proyectados en esta construcción se encontraron condicionados por multitud de problemas. A las dificultades que una obra de tales aspiraciones entrañaba, hubo que añadir también los sucesos que protagonizaron algunas personas del entorno del cartagenero,  inexplicablemente recelosas del éxito del proyecto.

Sabotajes de quienes no comprendieron, ni quisieron, el alcance y envergadura de la investigación, algo que junto a la inoperancia mostrada por el Ministerio de Marina, deslucieron y frustraron la obra de Peral. Algunos han señalado que el proyecto, que debía haber sido guardado en secreto hasta su materialización definitiva, fue de fácil acceso para científicos de otros países que pudieron valerse de él para sus propios diseños y conclusiones.

Botadura del submarino y la prueba definitiva

No obstante, perseverando en su empeño, en el mes de agosto se iniciaron todas las pruebas de inmersión. El éxito de la botadura del submarino llevada a cabo el 7 de septiembre de 1888 ante miles de miradas de curiosos fue completo. La prensa nacional e internacional recogió el extraordinario acontecimiento, convirtiéndose Peral en uno de los hombres más populares del momento. Periódicos, revistas, abanicos, pitilleras... el rostro de Peral estaba presente en todas partes.

Había demostrado una extraordinaria capacidad de mejorar y evolucionar su propuesta incorporándole a lo largo de todo ese tiempo reformas al prototipo inicial que aumentaban su calidad.

El 7 de junio de 1890, se lleva a cabo la prueba definitiva de inmersión obteniendo un triunfo completo, ya que nunca antes se había llegado a conseguir pasar todas las pruebas que había ido superando el submarino Peral. Esto despertó la solidaridad de todo el pueblo español, contando también con el reconocimiento que le llegaba del exterior. Por el éxito de las pruebas, recibió la Cruz Roja de 2ª Clase del Mérito Naval y meses más tarde la concesión por S. M. la Reina Regente de un sable de honor a modo de condecoración.

Sin embargo, los grandes reconocimientos y apoyos que Isaac Peral recibió en un primer momento, poco tiempo después se revelaron como un mero espejismo.

Anulación del proyecto

Las cortapisas y trabas que desde el principio habían existido, actuaron esta vez con mayor fuerza, generándose un frente común que consiguió impedir la consecución definitiva del proyecto.

En septiembre de 1890 el Consejo de la Marina ,ante una serie de informes presentados, manifestó que el invento de Peral no pasaba de ser una curiosidad técnica que no podía tener mayor trascendencia dada su incapacidad práctica, no reconociendo el salto técnico que representaba este invento. De esta manera el prototipo de Peral quedó abandonado, un radical y sorprendente cambio de actitud que, eso sí, no impidió que el submarino se convirtiese en una cuestión de Estado.