Himno a la Virgen de la Fuensanta
¿Virgen de la vega, Reina de grandioso milagro de flores que llena los templos de incienso oloroso y enciende en las almas tus bellos amores; yo no sé que tiene tu cara morena, que lloran los ojos a su claridad... divina magnolia, fragante azucena que invade de aroma toda la ciudad. Flor de nuestra vega de efluvios serranos que son bendiciones; cosa cuyo cáliz forman los murcianos con los tiernos pétalos de sus corazones. Beso de los labios que sienten anhelos de misericordia, conjuro del mal; estrella que un día cayó de los cielos para que en la vega florezca el rosal. La torre como vigía, con sus ojos de hito en hito, mirando está noche y día tu santuario bendito. Eres, Fuensanta, el consuelo de este murciano jardín: oración que sube al cielo pasa por tu camarín¿.
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El aroma del arca (1929)
¿Arca huertana, perfumado rincón de hogar donde está toda grata memoria del pasado; es de el refajo rameado a la basquiña de la boda. Desde la armilla reluciente de luminosas lentejuelas, a las postizas vihuelas con que en sus quince y en sus veinte parrandearon las abuelas¿.
A Murcia
¿Que no me muera yo sin que lo cuente. Que el cielo que en tu río se refleja alumbre tu ciudad caduca y vieja con nimbo de laurel sobre su frente. La larva de tu espíritu durmiente rompa la garra de tu costra aneja y se haga mariposa o se haga abeja dando vida y dulzores al ambiente. Que en las urnas calientes de tus labios guardes los corazones de tus sabios más que por majestad, por sus ideas. Y sólo el brillo de tu cielo borre subiendo a las alturas de tu torre el humo de infinitas chimeneas¿.
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