La influencia del Balneario de Fortuna en el siglo XX
Hasta el siglo XVIII, la población donde se situaba el Balneario se conocía como Santa María de los Baños. Cuando Fortuna toma posesión del lugar pasó a denominarse Baños de Fortuna. En 1837, debido a una obra en el caudal para favorecer el riego de los cultivos, las fuentes del Balneario se secaron, por lo que salió a subasta, comprándolo Juan Cascales Font, que emprende la edificación del Balneario sobre las antiguas termas, 200 metros más abajo, en Leana.
El Gran Hotel Balneario, conocido por ser el más antiguo de la Región, se edifica en 1860. Un incendio destruyó la parte Norte, obligando a su reconstrucción en 1905. Destacan en su construcción elementos como el magnifico 'hall', la escalera imperial de mármol blanco o el restaurante modernista. Dentro del conjunto del Balneario existen, además, varios edificios como el Palacete de la Atalaya o el Casino. El primero es un pequeño palacio, edificado en 1871, sobre una colina a la entrada del Balneario. En su interior está el salón del trono árabe, que albergaba un espectacular trono cubierto de piedras semipreciosas.
A lo largo del siglo XX la suerte del Balneario ha sido irregular. Durante la Guerra Civil Española sirvió como Hospital de Guerra, viviendo en la posguerra un periodo de decadencia. Con la llegada del turismo en la década de los 60', el Balneario resurgió de nuevo. Hoy en día, su capacidad es de 350 agüistas al día, que pueden disfrutar de los servicios médicos, de masaje y embellecimiento por acupuntura, terapéutica oriental y masoterapia.
El medio natural, determinante de la economía
Fortuna y su entorno invitan al visitante a disfrutar con todos los sentidos. En el municipio existen dos espacios naturales: Sierra de la Pila y Humedal de Ajauque y Rambla Salada. Es paradójico que un municipio bendecido por las aguas subterráneas carezca por completo de caudal de agua para el riego. Ningún curso fluvial cruza las tierras de Fortuna y la dependencia de las aguas del trasvase Tajo-Segura es total. La carencia del elemento líquido determina las actividades agropecuarias del pueblo, que son junto con el turismo de salud la mayor fuente de ingresos.