Época de expansión
Entre 1500 y 1800 la población de Calasparra se multiplica por cuatro, pasando de 700 habitantes a más de 29.000. Pero los ritmos de crecimiento no se mantendrán estables durante todo el periodo. En Calasparra hubo crisis demográficas muy importantes en el siglo XVIII. El crecimiento de Calasparra en estas centurias es debido a la relativa inmunidad de la población respecto a las epidemias y a un probable saldo migratorio positivo.
La base del desarrollo de la ciudad se encuentra en la economía de la villa. La fértil huerta circundante y la benignidad del clima hacían que se cultivasen tanto productos de regadío como de secano. Las principales plantaciones para la subsistencia eran hortalizas, frutas, trigo y cebada; para la exportación se cultivaban seda y barrilla. El monte proporcionaba caza, madera, leña y esparto. También se contaba con las salinas del Quípar y yacimientos de azufre. En consecuencia, se trataba de una economía autosuficiente pero no cerrada, pues era lugar de paso de Andalucía a Levante y viceversa.
La rebeldía política en el interior de la villa
Al igual que el resto de villas del reino de Murcia, la vida política de la encomienda de Calasparra gira en torno a numerosos conflictos. Por un lado, las luchas entre el Concejo y la Orden de San Juan por la acumulación de prerrogativas de aquél en detrimento de ésta. En segundo lugar, por los conflictos entre la oligarquía local por el control del Concejo, lo que supuso la formación de los bandos oligárquicos para disputarse la preeminencia en la localidad. En el caso de Calasparra la supremacía de los Melgarejo en la oligarquía local es incuestionable, debido al control de los nuevos regadíos situados en la Vega del Segura. Alrededor suyo se van agrupando el resto de familias, como los Corbalán, Pascual o García Hervás.
La desaceleración dieciochesca
Calasparra se mantuvo fiel a Felipe V durante la Guerra de Sucesión, en consonancia con el resto del reino de Murcia. Sin embargo, la bonanza económica y el progreso demográfico de las anteriores centurias se verán truncados. Calasparra fue durante la guerra zona de paso entre Andalucía y Valencia y por ella transitaron los ejércitos que diezmaban los recursos de la villa, a la vez que la población joven era llamada a filas.
Tras la crisis bélica, Calasparra no se recuperó hasta muchos años después, debido a la sucesión de malas cosechas, el alto pago de tributos, periodos de epidemias y el abandono de obras públicas. En 1731 se construye el granero de la Orden de San Juan, conocido como la Encomienda, para paliar la falta de grano en la medida de lo posible. Al mismo tiempo, el avance económico anterior tiene como consecuencia una mayor diferenciación social, lo que lleva aparejados enfrentamientos entre la población.