Junto a la construcción de templos, ermitas, monasterios y santuarios se desarrollaría una arquitectura civil que se correspondería con los réditos que muchas de las familias más prosperadas de Murcia fueron obteniendo entre los siglos XVII y XVIII. Las casas nobiliarias y los palacetes no se concentraron en la próspera ciudad de Murcia, la Región está salpicada de edificios que llaman la atención por su ornamentación y tamaño, en algunos casos hasta parajes que hoy día se encuentran fuera de los ámbitos más poblados enseñan ejemplos de la arquitectura civil barroca.
Las casonas y palacetes suelen tener un desarrollo en planta que genera en el interior un patio al que van a dar las estancias de los distintos niveles del edificio. Lo ámbitos más decorados y llamativos suelen ser, como siempre, las portadas o zonas de acceso y, en el caso de los consistorios, las fachadas principales, ideadas para la escenificación de los momentos más importantes de la vida de las poblaciones.
La casas Consistorial de Lorca, el Ayuntamiento de Mula o el Ayuntamiento de Totana, son distintos ejemplos, muy diferentes entre sí, del tipo de edificios públicos que podemos encontrar en el barroco, desde las fachadas más sencillas, próximas casi a volúmenes más propios del Renacimiento, hasta los ejemplos más elaborados, con amplias balconadas e incluidos en los nuevos trazos de plazas públicas.
El palacio de los Fajardo en Cehegín, el de Llamas en Ricote, el de los Condes de San Julián y el de Guevara en Lorca, el de Cabrera en Abanilla, la Casa de Alarcos en Yecla o el de los Marqueses de los Vélez en Mula, ejemplos de construcciones civiles con muy distintos enfoques y acabados. De los ejemplos sencillos y de líneas rectas tuteladas por los modelos herrerianos, se pasa a las fachadas ampliamente decoradas, a los frontis con columnas y abundante parafernalia nobiliaria. En definitiva de la austeridad del primer barroco se pasa a la abundancia de elementos pero concentrada en ocasiones en los espacios de portada.
Sacra Cantero Mancebo