A lo largo de la vida de Luis Belluga y Moncada pasaron muchísimos personajes, unas veces de forma directa, esto es, con los que tuvo ocasión de tratar y otros, sin embargo, lejanos pero que tuvieron algún tipo de repercusión en su trayectoria. Fundamentalmente los personajes son aquellos que brillaron en época de Felipe V, es decir, bajo el régimen borbónico. Incomprensiblemente aquellos administradores de la época carolina, que sentaron las bases de la recuperación de España en el siglo XVIII, continúan sumergidos en el olvido más profundo.
Archiduque Carlos de Austria
Segundo hijo del emperador del Sacro Imperio 'Leopoldo I' y bisnieto de Felipe III, fue pretendiente a la corona de España a la muerte de Carlos II. Los territorios de la Corona de Aragón los reconocieron como Carlos III. Mantuvo su pretensión incluso hasta mucho después de la firma del Tratado de Utrecht en 1713; entonces ya era emperador del Sacro Imperio 'Carlos VI' desde la muerte de su padre en 1710 y de su hermano José I al año siguiente.
Cardenal Alberoni. Primer ministro de Felipe V desde 1715 a 1719
Sucesor del Príncipe de Orry, continuó con el espíritu de las reformas borbónicas aunque con mayor moderación que el anterior. Inaugura, por influencia de la nueva reina Isabel de Farnesio de Parma, una política de orientación italiana. Las nuevas directrices de la política exterior española inspiradas por la Reina estuvieron encaminadas a la recuperación de las posesiones italianas perdidas en los tratados de Utrecht y Randstadt. Así, entre 1717 y 1718 España ocupó Cerdeña y Sicilia, pero la Cuádruple Alianza (Francia, Inglaterra, Holanda y Austria) le obligó a devolverlas entregándole, a cambio, los ducados de Parma y Toscana para los Infantes Carlos y Felipe.
Carlos II, rey de España desde 1665 a 1700
Nació el 6 de noviembre de 1661. Hijo de Felipe IV y de Mariana de Austria, no comenzó a reinar de forma efectiva hasta 1675 porque ejercía la regencia su madre. Heredó, en la primera parte de su reinado, una inestable situación económica y social, que ni los validos Nithard (h. 1669), Fernando de Valenzuela ni Juan José de Austria 'bastardo de Felipe IV y enemigo de Mariana' (1677-1679) supieron contener, y que dio lugar a una serie de devaluaciones monetarias (deflación de la moneda de vellón en 1680). Sólo tras la eficaz política del Conde de Oropesa, quien realizó una firme política de reducción de impuestos y contención del gasto público, zonas de Aragón y Levante comenzaron a afianzar un lento movimiento de recuperación.
Durante el reinado de Carlos II España luchó junto con Gran Bretaña, las Provincias Unidas y el Imperio para contener la expansión de Luis XIV. En estas lides, los franceses invadieron Cataluña apoderándose de Barcelona en 1697. Con la paz de Ryswick 'la primera derrota seria de la política exterior de Luis XIV' España recuperó las plazas en Cataluña. Flandes y Luxemburgo.
Carlos II se casó en primeras nupcias con María Luisa de Orleans, hija del duque Felipe de Orleans, hermano de Luis XIV y de Enriqueta Ana de Inglaterra. Al morir la reina en 1690 tuvo lugar el segundo matrimonio del monarca con Mariana de Neoburgo, hija del elector Felipe Guillermo del Palatinado, duque de Neoburgo. Carlos II no tuvo descendencia con ninguna de sus dos mujeres, dando lugar a un grave problema sucesorio. Ante esta situación, se avivó en Europa una pugna por hacerse con el trono y con su herencia. En un principio, el candidato designado era José Fernando Maximiliano, hijo del elector de Baviera, pero éste falleció en 1699, y volvió a presentarse el problema de elegir entre el archiduque Carlos, hijo del emperador Leopoldo y biznieto de Felipe III, y Felipe de Anjou, nieto de Luis XIV y biznieto de Felipe IV, provocando una contienda por la sucesión al trono español en la que intervinieron las principales potencias europeas. La Corte se dividió en dos bandos, por un lado la reina apoyaba al candidato austríaco, y por otro Carlos quien pensaba que sólo el apoyo de Francia podía asegurar la conservación de la monarquía en toda su integridad territorial. Sin ceder a presiones mantuvo su elección hasta el final dejándolo por escrito el 2 de octubre de 1700 en el testamento que hizo un mes antes de su muerte.
Clemente XI
Sumo Pontífice en tiempos de la Guerra de Sucesión se declaró partidario del archiduque Carlos lo que le valió romper con Felipe y una parte significativa de la jerarquía eclesiástica española y los Jesuitas. La debilidad de su posición tras la victoria borbónica propició las iniciativas de Orry, Macanaz y Ensenada para someter al clero español y caminar hacia una Iglesia nacional.
Conde de Oropesa, valido de Carlos II
Último de los validos de Carlos II, gobernó desde 1679 hasta mitad de la década de los noventa en que fue desplazado por la reina Mariana de Neoburgo. Aplicó una eficaz política económica que permitió el repunte de la economía española a partir de 1680.
Duque de Berwick, general vencedor de la batalla de Almansa
General del ejército borbónico, ante la magnitud de las operaciones bélicas del sudeste hubo de trasladarse a Albacete con un poderoso ejército para hacer frente a los partidarios del archiduque Carlos. Tras la victoria de Almansa fue honrado y recompensado por el rey.
Felipe V. Rey de España desde 1700 a 1724 y 1724 a 1746.
Nació en 1683; era hijo del Delfín Luis 'hijo de Luis XIV de Francia' y María Ana de Baviera. Era nieto de María Teresa de Austria, la hermana del monarca hispánico Carlos II. Al morir este rey se confirmó en heredero del trono de España proclamándose el 24 de noviembre de 1700, sin embargo, debió defender este derecho en la guerra de Sucesión. Tras ésta consolidó un largo reinado que se extendió hasta casi la mitad del siglo XVIII. No obstante empezó perdiendo numerosos territorios a raíz de los tratados de Utrecht, Randstadt, Baden
En 1716 promulgó los Decretos de Nueva Planta con que suprimió los privilegios forales de Cataluña, Mallorca, Valencia y Aragón. Durante su reinado Felipe V impulsó una política de fomento de la investigación: creación de la Librería Real (primigenia Biblioteca Nacional) y de la Real Academia Española (1714).
Castigado por una depresión crónica, el 10 de enero de 1724, Felipe V abdicó en su hijo Luis I. Pero la prematura muerte de éste, acaecida el 31 de agosto de ese mismo año, le obligó a ocupar el trono de nuevo. En la segunda parte de su reinado Felipe V persiguió la integración de España en el sistema de equilibrio europeo mediante el acercamiento a Francia e Inglaterra. La alianza con Francia se materializó en los llamados Pactos de Familia, que implicaron a España en las guerras de sucesión polaca (1733-1738) y austriaca (1740-1748). Pero en contrapartida los ejércitos españoles se apoderaron de Nápoles y Sicilia, que serian reconocidas a favor del Príncipe Carlos, a cambio de su renuncia a los ducados de Parma y Plasencia (1738).
Casó dos veces, la primera con María Luisa de Saboya y la segunda vez con Isabel de Farnesio. De la primera nacieron cuatro hijos, entre ellos Luis I y el futuro Fernando VI. Con Isabel de Farnesio tuvo, entre otros, a Carlos (rey de Nápoles y, después, rey de España al suceder a su hermanastro Fernando VI).
Murió de un ataque de apoplejía el 9 de julio de 1746.
Isabel de Farnesio, segunda mujer de Felipe V.
Dado que Felipe V había tenido dos hijos de su primer matrimonio –Luis y Fernando, es decir, los futuros Luis I y Fernando VI– y como a raíz del Tratado de Utrecht se habían perdido las posesiones italianas, parecía que los hijos de la Farnesio habidos con el rey Felipe –sobre todo Carlos, el futuro Carlos III– iban a quedarse sin honores principescos. Con el interés de “colocarlos” impulsó junto con el cardenal Alberoni las guerras de reconquista de Cerdeña, Sicilia y Nápoles con resultados catastróficos para el erario público. Finalmente logró su objetivo en 1729.
Jorge Juan, marino e ingeniero establecido en Cartagena desde 1720.
Esforzado marino e ingeniero aprovechó sus viajes para convertirse en uno de los primeros espías industriales de la historia. Después de largos estudios de las técnicas de construcción británicas elaboró su “Tratado de artesanía naval” y la aplicó durante la construcción del arsenal de Cartagena.
José de Grimaldo, primer ministro de 1719 a 1726.
Continuador de las políticas reformistas encaminadas fundamentalmente a estabilizar la cada vez más pujante economía española, en 1721 creó la Secretaría de Hacienda.
José de Patiño. Primer ministro de Felipe V desde el año 1726 a 1736.
Fue situado por Orry como Intendente General de Marina y Presidente de la Casa de Contratación de Sevilla. Tras trece años lamiéndose las heridas y, bajo la presión de Isabel de Farnesio, deseosa de situar a sus hijos en buenos reinos en 1726 lanzó a España a una guerra por la recuperación de las posesiones italianas. Este movimiento promovió la Cuádruple Alianza –entre Gran Bretaña, el Imperio, Saboya y Franceses– y la derrota de España. Impulsó políticas de rearme, sobre todo de las armas de caballería y marina, y control del tráfico marítimo con el objetivo de proteger el comercio americano de la piratería británica.
Luis XIV. Rey de Francia y abuelo de Felipe V.
Conocido como el “Rey Sol”, actuó con una destreza e inteligencia fuera de lo común para situar a Francia como potencia continental durante todo el siglo XVII y principios del siglo XVIII. Apoyó a su nieto Felipe para hacerse con la Corona española e impulsó hábilmente una forma de mantener a España bajo la órbita de influencia francesa mediante los Pactos de Familia.
Murió en 1715, dejando su trono a su nieto Luis XV.
Marqués de Rafal, cabeza de los partidarios del archiduque Carlos en el sudeste.
Perteneciente a un reducido sector de la nobleza aragonesa que apoyó al pretendiente, encabezó la rebelión proaustriaca en el sudeste, junto con el alguacil mayor de la Inquisición de Murcia y con el comandante de la flota de galeras de Cartagena.
Melchor de Macanaz, fiscal general de Felipe V.
Significativo personaje en importancia del Reino de Murcia de la época, tan importante como el obispo Belluga, tanto por las responsabilidades ejercidas como por la clarividencia política que demostró.
Con la aquiescencia del rey, que lo nombró fiscal general del Consejo de Castilla, intentó realizar una reforma económica y política (1707) que situaba a todas las instituciones del reino –incluida la Iglesia– bajo la autoridad del Estado. Aliado del príncipe de Orry y la marquesa de los Ursinos aprovechó las quebradas relaciones de España con el papado para intentar imponer un proceso secularizador en el País, que incluía la enseñanza laica en las Universidades, un férreo control de la Inquisición y la desamortización de los bienes eclesiásticos. Trató de modernizar las instituciones estatales y su burocracia, y de generalizar –incluido el clero– los impuestos directos. Por presiones –incluidas las de Luis Belluga– tuvo que exiliarse en Francia, después fue encarcelado en Vitoria y la Coruña hasta que el marqués de Esquilache lo liberó cuando contaba noventa años. Murió en 1760 en Hellín.
Sus proyectos fueron recogidos por discípulos intelectuales suyos tales como Floridablanca.
Príncipe de Orry, primer ministro de Felipe V hasta 1715.
Junto con la princesa de los Ursinos pusieron los pilares de la consolidación institucional y administrativa de Felipe V impulsando importantes reformas, entre las que destacaron la restauración de la Hacienda, la protección de la burguesía y la centralización administrativa. Firme partidario de reedificar por completo el Estado, incluyendo la unificación fiscal de la antigua Corona de Aragón con Castilla, promovió la ascensión de los más brillantes estadistas del siglo XVIII: el murciano Melchor de Macanaz, el marqués de La Ensenada, José de Patiño y José de Grimaldo. Inició en 1713-14 una titánica reforma administrativa de España creando las Secretarías de Marina, Guerra, Indias, Justicia y Estado. Su condición francesa y sus osadas propuestas para una corte aún acostumbrada al régimen carolino le valieron su destitución.
Zenón de Soldevilla, marqués de la Ensenada, primer ministro de 1743 a 1754.
Ministro de Felipe V y de Fernando VI, heredó la primera bancarrota de España sucedida en 1739. Para remediar esta situación procuró aplicar una reforma administrativa y fiscal en profundidad del Estado. Sus objetivos se basaron en frenar los gastos de la Corte, de la burocracia heredada de tiempos de los Austrias y del ejército. Realizó el primer catastro general del Reino en 1750 en que obligaba a todos –incluidos nobles u jerarquía eclesiástica- a contribuir.