En 1325 se produjeron diversos hechos, algunos de trascendencia grande por sus consecuencias y que iban a afectar al reino de Murcia por cuanto significa el comienzo de un profundo cambio en el orden político. Su comienzo oficial está en la declaración de la mayor edad de Alfonso XI en el mes de agosto, pues si de inmediato supuso el cese de los tutores, en la capital murciana sus vecinos lo interpretaron como el fin de una opresión a que se veían sometidos por don Juan Manuel desde seis años atrás. Aunque meses antes habían manifestado ya violentamente su oposición a seguir manteniendo tal situación.
Problemas con el concejo murciano
La pugna entre los vecinos de Murcia y don Juan Manuel, cuya primera fase, hasta 1320 fue favorable a los ciudadanos, tuvo después otra en la que la tutoría real ejercida por el señor de Villena junto a su adelantamiento les impuso largo silencio. Pero en 1325 la impaciencia dio lugar a que se produjera una febril asonada y turbulenta manifestación de protesta, que incluso dejó maltrecho a Sancho Sánchez de Larriega, aquel que en 1305 se titulaba adelantado del reino de Murcia por Pedro López de Ayala, adelantado a su vez por don Juan Manuel.
El 18 de febrero se hacía eco Jaime II de lo sucedido en Murcia, y escribía a Pedro López de Ayala comentando los alborotos ocurridos y la estrecha situación en, que llegaron a encontrarse los servidores del señor de Villena. Y, sin duda, alguna otra manifestación pública debió de producirse cuando se supo la declaración de la mayoría de edad de Alfonso XI, por cuanto el adelantado hubo de recabar carta confirmatoria de su continuidad en el cargo y la seguridad de Alfonso XI respecto a su lealtad.
Intermedio se había producido otro hecho. El Chronicon Domini Joannis Enmanuelis dice: ''en el mes de junio don Juan pago del todo a Pedro López de Ayala la deuda que era tenido por razon de la ciudad de Cartagena y dicha ciudad quedó a don Juan sin condición''. De esta noticia se da por enterado Bernardo de Sarriá, el fiel consejero de Jaime II, en carta a su soberano de gran interés, pues, precavido, expone la serie de propuestas que le había hecho don Juan Manuel, entre ellas una supuesta política antiaragonesa en la corte castellana, por lo que le pedía le ''donets II galeres et ab lur exarcia daquelles que son a Valencia per tal cor ello ha comprada Cartagenia e vol aqui armar les dites galeres e I nau de II cubertes e II lenys armats que ha, e daquel loch vos enten a fer gran aiuda si la guerra es e donar per mar al Rey de Castilla". Si, en principio Jaime II dio su aceptación a la entrega de las dos galeras, después la dejó sin efecto hasta nueva orden, lo que no parece haberse realizado.
Esta actividad de don Juan Manuel, buscando prevenir cualquier contingencia o perjuicio que se le pudiera producir por la declaración de la mayor edad de su soberano, no llegó a cumplirse, pues Alfonso XI no sólo le confirmó en el adelantamiento, sino que meses más tarde disipó todas sus dudas al concertar matrimonio con su hija, con lo que satisfacía todas sus ambiciones.
La formación del ''bando rival'' a los Manueles
Pero entretanto se habían producido otros hechos, y especialmente la noticia de que al ser confirmado en su oficio de adelantado, don Juan Manuel ordenaba obedecer a su teniente en el adelantamiento, Juan García de Loaysa. Lo cual significa que había ya prescindido de Pedro López de Ayala, su alférez y teniente de adelantado desde 1306, más cuanto suponía los servicios prestados por los Ayala al infante don Manuel, desde el nacimiento del hijo menor de Fernando III. Algo grave debió suceder y con este cambio deben estar relacionadas otras noticias. Una, la carta de don Juan Manuel comunicando el compromiso matrimonial de su hija se fecha dos días antes. Otra la inmediata reacción de López de Ayala, en quien los ciudadanos murcianos encuentran el caudillo adecuado para sus reivindicaciones frente a don Juan Manuel. Y, tercera, López de Ayala fue el enemigo más duro y cruel que don Juan Manuel y sus vasallos tuvieron en los años siguientes.
Al poco tiempo se produjo el enfrentamiento de don Juan Manuel con Alfonso XI a causa de la ruptura del compromiso matrimonial y retención de su hija. Iba a ser la hora de Pedro López de Ayala, que se multiplica en acciones ofensivas contra las posesiones del señor de Villena y que le valieron sus sucesivos nombramientos de capitán mayor de la frontera y el adelantamiento, al ser destituido don Juan Manuel. Actividad que supondría la definitiva liberación de Murcia de la dependencia a que había estado sometida desde 1320. Y cuando en diciembre de 1327 las fuerzas de López de Ayala capturaron a unos mensajeros de don Juan Manuel con cartas cuyo contenido todavía causan asombro por cuanto suponen hasta donde podía llegar la traicionera soberbia del señor de Villena, cabe señalar que una de ellas estaba dirigida a Alfonso Fernández de Saavedra comendador de Aledo, "mio vasallo alcayad por mi en el castiello de Cartagena". Dos años más tarde, encontrándose don Juan Manuel en situación apurada y preocupado en asegurar el patrimonio de su hija, el 6 de abril le hacía donación de una serie de villas fronterizas a territorio aragonés, una de ellas era la de Cartagena.
Periodo de tranquilidad en los dominios de D. Juan Manuel
Vuelto en 1330 a la obediencia real y recuperado parcialmente en su oficio de adelantado -pues otro iba a ser quien lo gobernara en su nombre- don Juan Manuel se mantendrá apartado de la corte en espera de que las cosas le fueran más favorables. Son estos años, 1330-1335, que Giménez Soler califica de descanso y creación, expresados en vida solitaria, mayor actividad literaria y en el placer de la caza. Y es posible que en estos años visitara Cartagena -a cuya iglesia de Santa María dejaría legado de dos misas-, el monasterio de San Ginés de la Jara -también recordado en su última disposición testamentaria con orden también de una misa- y volviera a recorrer sus campos y el litoral, cuyo recuerdo lo expresa en El Libro de la Caza: "Otrosi, en Cartagena ay una laguna çerca desta villa et non ha siempre agua en ella. Mas quando hay agua estan muchas garças e a vezes muchos flamenques. Et quando y estan son mas ligeros de caçar en la manera que es dicho que non quando estan en la mar".
Las vicisitudes de Cartagena en los años siguientes las seguimos con altibajos documentales, que son la única fuente informativa con que contamos. Vuelve a ser noticia cuando en 1334 una nueva amenaza se cierne sobre el reino de Murcia. Los alfaqueques avisaron que el Rey de Granada preparaba fuerte hueste con intención de dirigirse hacia Lorca, en tanto que fuerzas africanas del "infante allende mal" proyectaban atacar Cartagena. Falso rumor, posible invención de don Juan Manuel y que Alfonso XI deshizo al escribir a su cuñado Alfonso IV de Aragón que la paz firmada con Granada comprendía toda Castilla, por lo que don Juan Manuel y sus tierras estaban comprendidas en ella, por ser su vasallo y las tierras de su reino.
Guerra contra granadinos y benimerines, Guerra Civil, años difíciles en muchos aspectos y tiempo en que la ciudad de Murcia ha roto ya la opresión de los vasallos de don Juan Manuel e incluso muchos de ellos le abandonaron y solicitaron su vuelta al servicio real como única forma de permanecer en la capital. Pero no sucedía lo mismo en el resto del adelantamiento, pues el proceso de señorialización mantenido por don Juan Manuel se había ampliado a la casi totalidad del reino, y fueron muchas las villas que perdieron su condición de realengas y con ella su independencia. En esta situación se hallaban los vecinos de Cartagena, marginados, aislados, soportando las extorsiones fiscales y agravios de los vasallos de don Juan Manuel, que como guarnición y ocupando los puestos rectores del Concejo, imponían la razón de su fuerza. Tan solo contactos con Murcia y la esperanza de poder liberarse de dominio de su alcaide mantenía las esperanzas de los vecinos de Cartagena.
Nuevo desafío de D. Juan Manuel
Y la ocasión pareció presentarse cuando en 1336 don Juan Manuel decide por segunda vez desnaturarse de Castilla y enfrentarse a su monarca. Decisión conocida casi de inmediato en el reino de Murcia y que produjo la consiguiente reacción, pues el Concejo murciano lo comunicó a su soberano. Éste, en carta de contestación, el 10 de agosto, les ordenaba estar preparados y responder con dureza a cualquier acometida de su rebelde vasallo. Y seis días más tarde escribía al adelantado mandándole acudir en socorro de los Concejos de Cartagena y Alhama, que solicitaban ayuda militar para salir de la sujeción en que estaban, y lo hiciera con toda diligencia "et non pongades y luenga ni detenimiento, ca sy por aventura lo tardaredes poder se nos y a ende seguir deservicio".
Algún motivo pudo tener el adelantado Alfonso Fernández de Saavedra para no dirigirse en ayuda de Cartagena, cuyas condiciones militares debía conocer bien -si era el mismo Alfonso Fernández de Saavedra, comendador de Aledo, que en 1327 desempeñaba la alcaidía del castillo de Cartagena por don Juan Manuel- y en cambio encaminara su hueste hacia Alhama y Librilla, dos fortalezas manuelinas que pudo ocupar por la fuerza de las armas. Quizá no fue posible porque no hubo tiempo para más, ya que el noble sedicioso pronto pudo apreciar que todo le era contrario y le convenía someterse y procurar conservar su rico patrimonio. Esta vez, el enfrentamiento propiciado por don Juan Manuel no se produjo, ya que Alfonso XI respondió con la acción directa e inmediata, que rompió alianzas, deshizo su confederación con los reyes de Aragón y Portugal y obligó a los rebeldes a solicitar su perdón.
No pensó Alfonso XI en desembarazarse de vasallos tan molestos como lo había hecho con el hijo del infante don Juan, más aún por cuanto se comprometió formalmente con doña Juana de Laya -que medió a favor de su hijo y yerno- pero si impuso duras condiciones, las suficientes para hacer público donde estaba el poder y humillar a sus rebeldes vasallos. Dice Giménez Soler: "Escalona, villa donde nació y en tres de sus fortalezas los alcaides eran vasallos del rey y no suyos, uno de los castillos de Peñafiel fue derruido..." Se había estipulado la entrega de Cartagena y no parece que tuviera efecto la cesión de la villa, aunque sí pudo ser su castillo, ya que la población y su puerto siguieron en poder de don Juan Manuel.
El principio del declieve
La imposición alfonsí ocasionaba el alejamiento de don Juan Manuel de toda actividad política. Desde 1330 el teniente de adelantado que gobernaba el adelantamiento en su nombre no acataba más órdenes que las de su soberano y ahora la situación era peor, porque derrotado, su posición se debilitaba. Comprendiendo las circunstancias, logró ser sustituido en el adelantamiento por su hijo Fernando Manuel, todavía menor de edad -debía tener seis años- como vía de continuidad familiar, quien comienza a ser mencionado como adelantado en diciembre de 1339.
La paz parece mantenerse en los años siguientes en territorio murciano. En 1346 el poder de Alfonso XI era acatado sin réplica o protesta y en tanto continuaba su renovación del orden político interior, modificando instituciones o creando otras más acordes con las necesidades del reino, fomentando la industria, atendiendo el comercio o impulsando la repoblación y puesta en cultivo de tierras yermas, así como en el exterior manteniendo clara visión de cuanto podía suponer para Castilla el dominio del Estrecho, a lo que iba a añadir su percepción del importante papel que podía representar el puerto de Cartagena en el Mediterráneo y la conveniencia de su vuelta a la Corona castellana. No tuvo que forzar mucho las cosas, pues don Juan Manuel, retirado definitivamente a sus señoríos en 1344 después de la conquista de Algeciras, era ya sólo una sombra. Un oportuno canje y Cartagena vuelve a ser ciudad de realengo en 1346.
Cartagena: ciudad de realengo
No especifican los documentos el contenido y alcance de esta transacción , si que desde Madrid, el 26 de septiembre de 1346, Alfonso XI manifestaba que "la çibdat de Cartagena era fasta aqui de don Johan, fijo del infante don Manuel, et agora nos cobramos la dicha çibdat para nos por troque que dimos por ella al dicho don Johan". Habían acudido a su Corte representantes concejiles para prestarle pleito homenaje y recibirle por señor y, al mismo tiempo, para solicitar la confirmación de los privilegios que tenían de los reyes anteriores, lo que el monarca comunicaba dando su conformidad . Al año siguiente, encontrándose en León, el 20 de agosto, expedía su privilegio rodado de confirmación de los privilegios de Cartagena, vuelta a la Corona real .
En fecha intermedia, el 24 de junio, expedía carta Alfonso XI confirmando otra de Alfonso X, en que concedía a todos cuantos armasen navíos en Cartagena, Guardamar, Alicante o Murcia, exención del séptimo y de cualquier otro derecho que tuvieran que pagar si adduxesen al monedear al regno de Murcia lo que ganasen. Dato significativo, por cuanto representa la posible renovación de fomentar en Cartagena su actividad corsaria, uno de los medios más positivos para obtener buenos rendimientos económicos y que sin duda debió emprenderse, pues testimonios documentales muestran que en los comienzos del siglo XV hubo intensa actividad comercial y corsaria; lo mismo, aunque de forma efímera, en los años inmediatos cuando el puerto de Cartagena es utilizado por Pedro I en sus expediciones contra los puertos valencianos y catalanes. Son nuevas perspectivas que ofrece Cartagena entonces, otra vez, ciudad de realengo.