Situación de los restos
Los contextos de abandono de los siglos II y III d. C. no se limitan a un área concreta de la antigua península de Cartago Nova, sino que los hallazgos se distribuyen a lo largo de los valles interiores, tanto el longitudinal como el transversal, afectan a las zonas de viviendas privadas en las laderas bajas y medias de los cerros, y a lugares públicos incluyendo el área forense y los edificios de espectáculos
Fósiles directores: Cerámicas
El material cerámico procedente de este nivel de abandono se muestra muy homogéneo en los contextos descritos. Está compuesto en primer lugar por un importante lote de cerámicas africanas de producción tunecina, entre las que son significativas las producciones de Africana A, en sus formas Hayes 3, 6, 8, 9, 14, 16, 18 y 20, datadas entre finales del siglo I d.C. y a lo largo del siglo II d. C. Especialmente abundantes son las copas tipos Hayes 9 y 8 características de la primera mitad del siglo II d. C.
Sin embargo el conjunto más numeroso esta representado por las cerámica de cocina y común también de origen norteafricano, entre las que destacan cazuelas engobadas tipos Hayes 23 A y B, cazuelas de pátina cenicienta Hayes 197, tapaderas del borde ennegrecido Hayes 196 (sobre todo las variantes tipos Ostia III, 332 y Ostia I, 20), fuentes de cocina Hayes 131 y 181. Destaca en la calle Jara nº 12, un oinochoe carenado y engobado tipo Cesaraugusta 200, documentado en contextos de finales del siglo I y comienzos del siglo II d.C. (RUIZ VALDERAS, 1996)
En cuanto a las producciones de Paredes Finas, las formas mejor representadas son un cubilete decorado con ruedecilla, con un asa lateral, tipológicamente asimilable a la forma Mayet XX. y el cubilete de origen bético Mayet XXXV, perdurando ambos a lo largo del siglo II d. C
Un reducido grupo lo componen las cerámicas comunes de mesa y almacenaje como páteras Vegas 20, jarras Vegas 37, grandes vasos tipo Vegas 12). Encontrándose también representados los morteros y las ollas de borde vuelto y cocción reductora de posible fabricación local. Puntualmente, se han documentado en el Teatro un contenedor de salazón tipo Beltrán II, datado entre época Flavio y el siglo II d. C.
El conjunto está acompañado por un lote de materiales residuales, principalmente Terra Sigillata Gálica, en sus formas Dragendorf 18, 18/31, 24/25, 27, 29, 30, 37, que van a suponer las últimas importaciones de los talleres galos. Así mismo, también consideramos como residuales las ánforas itálicas tipo Dressel 1.
En base a las diversas producciones cerámicas precisadas los contextos de abandono suelen oscilar cronológicamente sobre el siglo II d. C., ya sea entre los primeros decenios en el Peri CA-4 (MADRID BALANZA. 2004), mediados en c/ Jara nº 12 (RUIZ VALDERAS. 1996), o bien finales de mismo siglo en las calles Caballero 7-8 (MARTÍNEZ ANDREU.1997) y Adarve (RUIZ y de MIQUEL.2003), siendo generalizada la adscripción cronológica de los abandonos en la segunda mitad del siglo II d. C. coincidentes con la del Teatro Romano (RUIZ y GARCÍA, 2001; p. 201), sobre todo si tenemos en cuenta la ausencia de formas africanas características de finales del siglo II y siglo III d. C.
Las únicas dataciones que remontan hasta principios del siglo III d. C., correspondientes a los edificios A y B de la calle Caballero nº 2-8, hay que reconsiderarlas y ponerlas en relación con un segundo nivel de amortización sobre la fase de abandono directo de las estructuras. Este secundo estrato ha sido bien documentado en la calle Adarve sobre el abandono de la curia y fechado con precisión en el segundo cuarto del siglo III d. C.
Fósiles directores: Numismática
El decaimiento urbano se documenta también a través de los hallazgos numismáticos relativos a este período, de los que contamos con un total de veinticuatro ejemplares cuya duración es casi de un siglo, entre los años 96-192 d. C.
En conjunto los datos de los que disponemos para Carthago Nova vienen a coincidir con los que se conocen a nivel general para toda la Península, y a nivel particular para el cercano ejemplo del Portus Ilicitanus. ''Se trata de un fenómeno de reducción de numerario un tanto sorprendente sobre todo si se compara con los índices tan elevados del siglo I d. C. Y la aparente contradicción histórica frente al proceso de revitalización urbana que parece auspiciar la época trajano-adrianea(...) También el siglo III se inicia, a nivel numismático como terminó el anterior con un escasísimo reflejo en el registro arqueológico(...)
'(...)Estos argumentos, a la par que nos sitúan de nuevo en la tónica general de lo apuntado para otros enclaves hispánicos, podría servir como argumento definitivo respecto de esa visión del declive urbano de la antigua colonia que refleja la evidencia arqueológica.'' (LECHUGA GALINDO, 2002; p. 199-200)