En las últimas décadas han aumentado considerablemente las intervenciones arqueológicas y el panorama documental que aporta la Arqueología ha ido completándose en múltiples y variados aspectos; uno de los mejor difundidos es el correspondiente a la fase edilicia augustea, cuyos exponentes máximos son el Teatro y el área foral. Sin embargo, la etapa más ampliamente documentada en los trabajos de campo es, precisamente, el período perteneciente al abandono y colmatación de esas estructuras de cronología altoimperial.
Primeras impresiones
Todas las excavaciones arqueológicas nos muestran un panorama urbano plenamente desarrollado y estructurado en el antiguo ámbito peninsular durante el período augusteo. Sin embargo por causas varias, que más adelante analizaremos, se documentan una serie de abandonos sistemáticos a lo largo del siglo II d. C., especialmente desde mediados del mismo, perdurando esta situación de decaimiento durante la primera mitad del siglo III d. C. Esta atonía ciudadana se verá posteriormente reavivada por las circunstancias históricas que confluyen en la ciudad con la concesión en época de Diocleciano de la capitalidad de provincia a Carthago Nova, inaugurando una nueva etapa urbana, menos espaciosa y reducida al valle entre los cerros de la Concepción y Molinete.
Esta fase reseñada, no constructiva, sino todo lo contrario deconstructiva, siempre ha sido reseñada de un modo sucinto salvo en puntuales ocasiones, muestra poca vistosidad en cuanto a resultados materiales, aunque es una de las más interesantes de analizar puesto que muestra un panorama temprano y generalizado de decadencia urbana en Carthago-Nova, a través de un uniforme depósito estratigráfico que a continuación describiremos, ya que la práctica arqueológica se inicia con la identificación y recuperación del registro arqueológico, para continuar con su interpretación, valoración y estudio, que es precisamente lo que le da sentido y razón de ser.
Mª Carmen Berrocal Caparrós
Revista Cartagena histórica, nº 13