La vida social y política en la Carthago Nova Altoimperial fue la propia de una colonia romana vinculada a las principales metrópolis del Mediterráneo y al círculo del mismísimo emperador Augusto.
La familia constituía la base de la sociedad romana, así como el canal de transmisión de riqueza y estatus social. Estaba formada por la gens, una comunidad integrada por varias familias con un antepasado común, y encabezada por el pater familias.
La sociedad romana era clasista, dividida en dos grandes grupos sociales: los hombres libres, entre los que se hallaban patricios, plebeyos, clientes y libertos, y los esclavos, carentes de derechos civiles y tratados como posesiones. Dentro del grupo de los patricios, destacaron en Carthago Nova unas élites poderosas vinculadas al entorno imperial e impulsoras de la renovación urbana iniciada en el siglo I a.C.
El vestuario de los habitantes de Carthago Nova plasmaba claramente su estatus social. La túnica y la toga fueron los atuendos imprescindibles en la indumentaria romana y los elementos donde más visiblemente se reflejaban las diferencias sociales. Prendas como adornos personales, amuletos y calzado marcaban también, con su calidad y ornamento, el estatus de cada individuo.
La organización política y administrativa de la ciudad de Carthago Nova se encontraba reservada a las élites, organizadas a través de dos vértices principales: el Senado y las Magistraturas ciudadanas, éstas últimas divididas en duunviros, ediles y cuestores. También formaban parte del aparato oficial los sacerdotes del Colegio de los Augustales o Augusteum.
Esta sociedad cartaginesa fue eminentemente urbana, volcada en el comercio, la artesanía y las actividades relacionadas con el mar, entre las que destacaba la producción de salazones y garum. No obstante, en las sierras circundantes la minería de plata y plomo fue esencial en la economía de Carthago Nova, al igual que la explotación del esparto, que llegó a ser la más importante de toda Hispania.
El gusto de los romanos por los juegos y espectáculos se pone de manifiesto en la Cartagena romana con la presencia de Anfiteatro y Teatro, edificios destinados a cubrir las demandas de ocio de la población, que también gustaba de entretenerse con juegos de azar y estratégicos, así como con grandes fiestas en las que se daba rienda suelta al hedonismo con música, bailes y los más variados manjares.
La alimentación era, precisamente, otro signo de distinción social, puesto que las clases nobles gozaban de una rica y variada dieta, con el pan como principal alimento, mientras que los ciudadanos más humildes debían conformarse con una pasta elaborada a base de agua y harina denominada puls pulmentum. Entre los alimentos más consumidos durante el Imperio Romano se encuentran las aceitunas, el queso y los frutos secos, así como carnes y pescados, condimentados con especias, acompañados de salsas variadas y maridados con vino.