Imagen de la Dolorosa II
Imagen de la Dolorosa II

La devoción a la Dolorosa forma parte de la literatura, quedando relatada por escritores y cronistas, tal y como recoge la Cofradía de Jesús a través de la recapitulación de testimonios de ilustres murcianos y devotos: :

La escritora Pardo Bazán titulaba un artículo En Murcia. Una cautiva … Y la más encerrada, cautiva, oculta de todas las efigies, es la que la voz pública declara la más bella: la Virgen Madre... Esta raza mítica, celosa… todavía esconde y encierra bajo llave a la Virgen Santísima.

Don Joaquín Navarro-Valls no dudaba al escribir sobre la Dolorosa: Naturalmente, la clave que aclara el misterio de esta figura humana está en sus ojos. En ellos ha puesto Salzillo el porqué de todo el resto.

Fue Martín Páez Burruezo quien escribió … de gran originalidad es la imagen Dolorosa, entre devoción religiosa y admiración artística, su rostro ha dado lugar a leyendas y explicaciones literarias… La Dolorosa, expresión sentida, con los brazos abiertos, suplicante, abatida por el sufrimiento en su camino hacia el Gólgota, representa la imagen de mayor fervor en la región de Murcia.

El Dr. José Sánchez Moreno nos escribía La mejor expresión de dolor materno… quizás sea la imagen más popular entre las suyas y objeto preferente de la inspiración literaria local de todos los tiempos.

Asimismo, don Ramón Chico de Guzmán nos lo relataba así: … No tiene más que una figura, una sola; ¡pero qué magnífico, qué admirable poema de dolor! Dolor inmenso, sobrehumano, supremo e infinito; el dolor de los dolores, aquel dolor indescriptible que debió sentir al pie de la cruz la madre del Redentor; en aquellos dulcísimos ojos parece encontrarse la fuente de todas las lágrimas; en aquellos labios entreabiertos parece que se ve nacer el primer sollozo y el primer suspiro que hace diecinueve siglos las generaciones repiten de eco en eco, y que repetirán siempre, mientras quede un resto de la creación y un átomo de la humanidad… y brotó aquella Virgen que hoy contempla arrodillado el pueblo de Murcia, lleno de santa fe y religiosa admiración.

No podemos obviar las leyendas y tradiciones forjadas en torno a la Dolorosa. Sobre ello el Dr. Juan Torres Fontes aclaraba: La Dolorosa es fundamentalmente humana y su belleza responde a una materialidad murciana, elevada y enaltecida por el dolor. No resulta extraño por tanto el que se le aplique esta leyenda de influencia e intervención familiar en la consecución de su obra.

Leyendas sin base histórica alguna, pero que sirven para explicar su formación, al encontrarse inspiradas en los dos sentimientos más característicos de la vida humana de SalziIlo: su espíritu familiar y su profunda religiosidad”.

Virgen de la DolorosaEn recuerdo a don Juan Pedro Hernández González incluimos aquellas letras que también él le dedicó: … ya nos encontramos en la mañana soleada de Viernes Santo y nuestra Dolorosa sale por la puerta de la privativa Iglesia de Jesús, con sus brazos extendidos y mirada al cielo que a hombros de sus nazarenos recorrerá las calles de Murcia pidiendo al Padre lo mejor para todos los murcianos. Entrada la tarde y cuando los nazarenos morados hayan terminado de desfilar por nuestras calles, la Virgen volverá a su iglesia para que podamos visitarla y contarle en cada visita nuestras penas y alegrías.

Y sin poderlo olvidar, don Jaime Campmany Díez de Revenga nos lo describió: Con el triunfo de la aurora comienza el desfile. No se sabe cómo, pero los ocho pasos que preceden al de la Madre Dolorosa están ya en la calle, serpenteando por la Murcia árabe y olorosa, cuando un rayo de sol baja por el pórtico de la iglesia, de modo que cuando la Madre Dolorosa aparece en la puerta y se detiene un momento bajo el arco, el rayo de sol desciende a sus mejillas y arranca brillos de las lágrimas fingidas que ruedan por la cara desde los ojos desolados.

Por estar en la plaza, delante de la iglesia, mirando el rostro de la Madre Dolorosa en ese momento, yo he devorado kilómetros y kilómetros. Si el Viernes Santo de algún año no he podido estar allí, un sobrecogimiento inexplicable me ha asaltado en la madrugada y, cerrando los ojos con una devoción que no es sólo religiosa, he visto, repetida en las pupilas exactamente, aquella escena emocionante, aquel beso del sol sobre las lágrimas de la Madre.