Aprovechando la presencia de doña Isabel y don Fernando en Murcia en 1488, se procedió a la conquista de varias comarcas orientales de la actual provincia de Almería, con una campaña organizada desde Lorca.
En realidad, la guerra llevaba tiempo en marcha: el reino de Granada se había empequeñecido por las conquistas castellanas, especialmente tras la ocupación de Málaga en 1487. Desde entonces, El Zagal dominaba la axarquía, esto es, el oriente de Granada.
Aquel año de 1488, los Reyes fueron a Valencia, donde habían convocado Cortes. Allí se acordó continuar la campaña; la insistencia y ofrecimientos del Marqués de Cádiz propició la convocatoria de hueste: 4.000 caballos y 14.000 peones.
Una vez los Reyes en Murcia, el Marqués de Cádiz se presentó en Lorca el 2 de junio y por la noche marchó con 800 caballeros y 3.000 peones para llegar a las 9 de la mañana a media legua de Vera, adelantándose a El Zagal, que en Cantoría se hallaba a la expectativa. Hubo concierto con Vera para la salida de su alcaide con grupo numeroso para unirse a El Zagal y entregar la villa cuando llegara don Fernando.
Con Vera se entregaron cinco poblaciones y siguiendo los designios regios la hueste se dirigió a Mojácar y, una vez conquistada esta, a Níjar, a cinco leguas de Almería. Hasta el día 30 permaneció el rey en Vera siempre esperanzado de ganar Almería. Después logró la entrega de los Vélez y una veintena de lugares. El 10 de julio cayo Huéscar. Después el objetivo fue Baza, con difíciles encuentros 'muerte del maestre de Montesa, hijo bastardo del Príncipe de Viana' y comenzando un prolongado cerco que duró casi un año, en prolongado invierno. Allí surgió el romance que Menéndez Pidal consideraba redactado entonces: "Vete el rey don Fernando, non querrás aquí envernar, que los fríos desta tierra, non los podrás comportar".
Tras la marcha de los Reyes, en los meses siguientes hubo intentos de El Zagal por recobrar algunas de las villas perdidas, lo que exigió nueva prestación armada a las órdenes de Luis Portocarrero, Capitán General de los reinos de Murcia y Jaén, especialmente en socorro de Cúllar, al que sólo marcharon 72 caballeros y 450 peones.
La epidemia de peste de 1489, que afectó a todo el reino de Murcia, alivió la situación militar de la frontera murciana, no obstante el cuantioso número de muertos que ocasionó esta epidemia, que, sin duda por exageración, se llegó a cifrar en unos 5.000.