Fortuna es una de las divinidades más antiguas de Roma y el Lacio; representaba la personificación del puro azar, cumplía cometidos protectores sobre individuos o lugares. Era causante de sucesos prósperos o desgraciados que acaecían a los hombres. Aunque recibió multitud de advocaciones y su culto se extendió por igual por clases sociales diferentes, fue muy venerada por los militares, hasta el punto que Julio Cesar decía que "en todo puede mucho la Fortuna y más en la guerra" (Bellum Gallicum, 6,30,2). Muchas unidades militares utilizaron a la diosa como madrina, e incluso el porcentaje de inscripciones en honor a Fortuna es muy elevado en provincias con fuerte presencia militar, como lo eran las regiones fronterizas de Germania, Dacia o Britania.
Un segundo aspecto que nos interesa tratar sobre Fortuna es su relación con las aguas; las kalendas de abril, es decir, el primer día de este mes, el día de la Fortuna virilis, las mujeres celebraban la festividad con un baño ritual. Además, una de las advocaciones más frecuentes de Fortuna es balnearis, y esta aparece relacionada en muchas ocasiones con los baños de campamentos militares. En el Santuario de Fortuna faltaría por encontrar el nexo de unión que relacione Fortuna con la Cueva Negra, las aguas termales y los militares, para lo cual hay que tener presente la estrecha relación entre Fortuna y Carthago Nova.
El puerto de Cartagena fue un importante centro de comercio ya desde inicios del siglo II a.C., sirviendo además como retaguardia y fuente de abastecimiento de las legiones romanas, que extendían el dominio romano por la Península Ibérica. Además, jugó un papel decisivo en dos conflictos civiles del siglo I a.C., la Guerra Sertoriana y el enfrentamiento entre Julio César y Pompeyo, convirtiéndose, al final de estos enfrentamientos, en el hogar para muchos veteranos de las legiones.
Fortuna y la Cueva Negra debieron atraer muchos visitantes de Carthago Nova, entre ellos seguramente militares. Hay dos elementos que relacionan al Santuario con militares. El primero es un anillo hallado en las excavaciones, que representa un trofeo militar, donde se yergue una imagen de una Victoria Alada, joya que podría haber pertenecido a un militar, a juzgar por la iconografía. En segundo lugar, la grandiosidad del conjunto hace pensar que para la construcción y modulación del establecimiento termal fue necesaria la participación de contingentes militares, arquitectos e ingenieros, procedentes de Carthago Nova, coincidiendo con la etapa de grandes construcciones, que se lleva a cabo en la ciudad portuaria durante la primera mitad del siglo I d.C. Fueron, probablemente, estos militares, los que trajeron el culto a Fortuna al Santuario, pudiendo ser este hecho el origen del topónimo de la población en la actualidad.