El yacimiento
El poblado, junto al extremo Oriental de la Sierra del Baño, se emplaza sobre un pequeño cerro amesetado de mediana altura y de forma redondeada de apenas media hectárea de extensión. De Oeste a Este está atravesado por una zanja de 2 metros de anchura y 1 metro de profundidad, realizada en época indeterminada, quizás a comienzos del siglo pasado y afectó considerablemente a los restos arqueológicos. Aunque no se aprecian restos de entidad de las murallas o de la estructura urbana del yacimiento, sí se observan muros de piedra, quizás cimentaciones de las casas del poblado. Hacia el Noroeste parece vislumbrarse el acceso al hábitat.
Intervenciones arqueológicas
El poblado no ha sido explorado de manera oficial y sistemática, por lo que nunca se han realizado excavaciones arqueológicas que merezcan tal apelativo, excepto la prospección hecha por Augusto Fernández de Avilés en marzo de 1936, momento en el que ocupaba la Dirección del Museo Arqueológico Provincial de Murcia, donde se conservan los materiales obtenidos en aquellos trabajos.
Por el contrario, la cercana necrópolis, aproximadamente a 200 metros al Noroeste del poblado, es bien conocida y ha aportado importantes datos para el conocimiento de la cultura ibérica en el área de Fortuna. Se trata de una necrópolis de incineración descubierta en 1981 por Gonzalo Matilla Séiquer, profesor de Historia Antigua de la Universidad de Murcia, en el curso de prospecciones sistemáticas en el término municipal de Fortuna. Una remonición de tierras en 1986 provocó una primera campaña de excavaciones, habiéndose realizado la última y definitiva durante el año 2004.