Tinajas de almacenamiento de Los Almendricos (Lorca) [La Bastida de Totana]
Tinajas de almacenamiento de Los Almendricos (Lorca)
Enterramiento en cista de Los Almendricos (Lorca) [Rincón de los Almendricos]
Enterramiento en cista de Los Almendricos (Lorca)

  Los cerros en el Eneolítico

  A lo largo del III milenio a.C. la cultura eneolítica se extendió por el Sureste peninsular. Los asentamientos se establecieron en lugares con buenos recursos naturales, próximos a nacimientos de agua o ríos, que permitían el riego de los terrenos cultivados y la abundancia de pastos para el ganado. Los poblados eneolíticos buscaban una pequeña elevación, que facilitara la defensa y permitiera dominar visualmente el territorio. En muchas ocasiones, estos grupos humanos crearon fortificaciones en los cerros, situando en su interior las viviendas e industrias líticas.

  La cultura argárica en la llanura

  Los vestigios de la cultura argárica hallados en Almendricos desvelan una singularidad: mientras que normalmente los asentamientos argáricos se realizaban en cerros fortificados, en el yacimiento argárico del Rincón de Almendricos, al igual que sucede en Los Cipreses de Torrecilla, el poblamiento aparece en llanura. Las casas de los poblados en llanura no presentan ningún tipo de fortificación, ni estructura defensiva. Las viviendas poseen plantas de diverso tipo: rectangular, cuadrada, en forma de ábside o semicircular. Los muros exteriores son de piedra, muy gruesos, reforzados con postes de madera en todo su perímetro. En cambio, los muros interiores eran de adobe sobre una base de piedra. La cantidad de enseres hallados en el interior de las viviendas indica que serían usadas también para ubicar los talleres, almacenes, molinos, etc. En torno a ellas se disponían los hornos para cocer alimentos y loza, así como las sepulturas.

  La necrópolis argárica de Almendricos se emplaza en el interior del poblado, es de tipo individual y se produce en cista, urna o fosa. Las canteras de materiales más próximos a este yacimiento eran de pizarra, que fue el mineral utilizado para fabricar las cistas. El estudio de los restos hallados en las tumbas ha permitido averiguar los hábitos de vida de este poblamiento. Por ejemplo, por el desgaste de los molares se sabe que en su dieta consumían gran cantidad de cereal, circunstancia que se corrobora por la presencia de numerosos molinos de mano, como parte del ajuar funerario integrante de los enterramientos.

  A lo largo del siglo II, el ímpetu colonizador del pueblo romano salpica todo el territorio lorquino de villas agrarias, centros de producción que constituían unidades administrativas y de autoabastecimiento. Algunas alcanzaron gran prosperidad y extendieron su área de influencia, hasta llegar a convertirse en poblaciones urbanas. Estas villas surgían en entornos favorecidos por alguna emanación de agua, fuentes o ramblas, que permitían el florecimiento de la agricultura y la creación de baños, muy apreciados por los romanos.