El molino de Chirrín y la almazara de Ricabadica son dos ejemplos de los numerosos molinos y almazaras que recorrían el hoy casi inexistente curso del río Chícamo dentro del término municipal de Abanilla.
La almazara de Ricabadica se encuentra en un pequeño alto, bien guardada por antiguas casas de campo típicas de la zona, que durante muchos años se aprovecharon de la almazara para poder convertir la aceituna que recolectaban en los meses de invierno en aceite. Los vecinos aún recuerdan de las largas noches de invierno donde se esperaba alrededor del fuego mientras se alimentaban con rebanadas de pan, aceite y sal.
En la actualidad sus dueños abren la almazara en la época de la recolección como algo puntual, con la única intención de mantener viva una tradición y unos olivos que cada vez son más escasos.
La maquinaria que actualmente atesora esta emblemática construcción se mueve gracias a la electricidad y guarda gran similitud con la que antaño hacía funcionar esta construcción.
Junto con la del Llano de Sahues, ésta es una de las últimas almazaras en activo del municipio de Abanilla, en la que muchos de sus vecinos siguen cuidando sus olivos para poder obtener un aceite que venden a familiares y amigos, con los que siguen compartiendo el gusto por los productos de siempre.