En la zona costera conocida como de Calnegre, pedanía de Ramonete, se ubican varias norias de sangre y molinos de viento que recuerdan otros tiempos, donde ésta tecnología rudimentaria era básica para la supervivencia y el trabajo diario de la gente que vivía por y para el cultivo de la tierra.
Se encuentra escasamente a un kilómetro de la costa, pudiéndose ver en la lejanía desde la misma carretera que se acerca a la playa y casas de Calnegre.
En este caso, al igual que las norias de sangre que existen por estos pequeños llanos, este molino de viento se dedicaba a la extracción de agua.
Es curioso que a pesar de la comprobada fertilidad de estas tierras, existía una clara escasez de agua y de manantiales naturales que surtieran estos campos. Esta realidad llevaba a tener que realizar aparatos como los anteriormente citados para poder sacar el agua del subsuelo a la superficie.
Nos encontramos pues ante un molino de viento dedicado a la extracción y suministro de agua.
El molino se encuentra en malas condiciones, aunque sorprendentemente la estructura general del mismo aguanta milagrosamente pese a que todo el eje que antaño sujetara las aspas, con las que movía todo el engranje mecánico, se haya venido abajo, y se apoya en sus paredes.
Se trata de un molino troncocónico con una base circular de unos 5 metros de diámetro y una altura de 8 metros. Su estructura se sustenta en una básica mampostería de piedras y argamasa con el suficiente grosor como para sujetar todo el mecanismo.
La funcionalidad del mismo era bastante básica, en la parte superior se situaban las aspas que podían variar entre los 5-9 metros y que en contra de sus homónimas manchegas contaban con unas velas que las recubrían denominadas velas latinas. Eran velas triangulares como las utilizadas en el mediterráneo oriental por egipcios, venecianos o tunecinos para las pequeñas embarcaciones. La fuerza del viento movía sus aspas y eso hacía que se moviera el engranaje donde una pequeña rueda sacaba el agua que llenaba la balsa anexa.
En su estructura existen evidencias de continuos arreglos de su mampostería, sobre todo en la parte superior que sería además una de las más sensibles a la hora de aguantar la dinámica de este mecanismo.
La balsa en la que se depositaba el agua es de nueva factura, en concreto existe una inscripción en uno de sus laterales que nos informa que la construcción de la balsa se llevó a cabo a mediados del siglo pasado.
La documentación existente sobre estos gigantes es bastante escasa, ante lo cual para poder concretar datos cronológicos más exactos debemos intentar ajustarnos a la interpretación muraría y las informaciones orales vertidas sobre el mismo. El molino ya era conocido a principios del siglo pasado y deberíamos situarlo, como muchas construcciones de este tipo en la zona que nos encontramos a principios del siglo XIX. Tampoco hemos podido encontrar información de que su uso o funcionalidad hubiera cambiado a lo largo de su historia.