En la pedanía de La Ñora, junto a la acequia de la Aljufia, elemento de riego indispensable para el funcionamiento de estas piezas, se encuentran los escasos restos de este molino harinero.
Hoy día este molino está habilitado como restaurante y todavía quedan trazas de lo que en su día fue un caserón del siglo XVIII, una arquitectura austera de gruesos muros y escasos y pequeños vanos. Aún se pueden ver, en la entrada del establecimiento, la maquinaria hidráulica y dos piedras de moler que están situadas en un jardín como motivo decorativo.
Llegó a tener este molino tres piedras preparadas para moler cereales. Con el paso de los años pasó de moler cereales a moler pimentón, producto de gran demanda para la exportación en esta y otras pedanías de Murcia. Su última utilización como molino se dedicó a la molturación de cereal para la fabricación de piensos animales.
Los distintos propietarios del molino
La historia de este molino harinero está en estrecha relación con la de sus distintos propietarios, de hecho en la pedanía se le conoció siempre como el "molino de los Casianos", en alusión a los propietarios que tuvo entre los años 1919 y 1970, familia oriunda de Molina de Segura.
Pero los primeros dueños del molino fueron los Puxmarín que lo dejaron en herencia a los monjes Jerónimos, que gracias a esta y otras concesiones llegarían a acumular un gran patrimonio en la pequeña villa durante el siglo XVI.
Pero en 1796 compartirían la propiedad con el conde de Montealegre además de arrendarlo a Pedro García Alonso.
Sabemos que en 1919 los hermanos Casiano y Rogelio Gil Marín lo comprarían a Antonio Clemares, vecino de Murcia, vendiéndolo, años más tarde, en 1970, a Francisco Abellán Gómez.