Se trata de un molino harinero del que se conserva su cuerpo de planta circular en el que la base es de mayor diámetro que la parte superior.
Al igual que otros molinos del Campo de Cartagena, éste ha perdido totalmente su techumbre de madera, al igual que ha perdido todas sus aspas y el eje que las sostenía.
Las piedras de la molienda, una fija en la parte inferior y otra giratoria movida por el traspaso de la fuerza del viento desde las aspas hasta ella, tampoco se conservan.
Lo que destaca de este molino es su reutilización dentro de una propiedad privada como un edificio dentro de la propia finca, de tal forma que los dueños han procurado una restauración que fuese acorde con el nuevo uso que le iban a dar.
Esta es una idea bastante novedosa y un ejemplo de la pervivencia del Patrimonio Inmueble Etnológico aunque sea pagando una transformación interior muy profunda. Es importante esta última anotación ya que desde este molino se ve el conocido como Molino de Abajo que ha corrido una suerte dispar, encontrándose hoy en día en un estado de abandono y ruina total.