Junto al molino y a un nivel inferior al de la casa se ubica la cuadra; a la que se accedía al igual que al molino por la parte baja del inmueble, cercana a la rambla.
El molino se compone de una habitación que contiene la bancada donde se asientan las muelas y el lugar donde desde el interior se puede acceder a la cárcava.
A unos 300 metros del molino hay restos de una pared de mampostería que debió pertenecer a la presa del molino, que ha desaparecido casi en su totalidad.
El canal de recogida de aguas desde su inicio discurre por la parte izquierda del barranco para separarse después en dirección a la balsa, donde antes de llegar se ensancha con grandes lajas de piedra, las cuales servirían de pilas para lavar.
La balsa es de planta rectangular, estando parte de ella excavada en la misma roca. En su interior podemos ver restos de un muro anterior que indicaría una ampliación posterior hasta lograr su actual apariencia. La complejidad de la construcción resulta evidente al observar, sus paredes externas que presentan una inclinación muy pronunciada.
A las espaldas del molino encontramos el cubo, construido de mampostería, su forma es cilíndrica, está enlucido a la almagra y su conservación es tan buena que se puede entrar en él desde la cárcava.
La cárcava se asienta bajo la terraza que recorre todo el edificio del molino; es una bóveda de doble cañón construida con ladrillo macizo y enlucida en los laterales con cemento. En la actualidad aún queda el engranaje que movía todo el mecanismo a la hora de realizar la molienda.
La casa y el edificio del molino están abandonados aunque en bastante buen estado de conservación, existe en su interior como la tolva y dos de sus piedras, conjunto que además se encuentra en un excelente estado. No se sabe desde que año no está en funcionamiento, y presumiblemente se ha reutilizado de corral algún tiempo.
Como nota reseñable hay que citar como en la pared uno de sus antiguos moradores dejó impreso para conocimiento de los demás su nombre, Juan Morales.