El paraje del Llano de Sahués, situado a las afueras de Abanilla, término municipal al que pertenece, es un lugar con un especial paisaje de huerta y palmeras. Está situado en las faldas de la Sierra de Abanilla, siendo regado antiguamente por el Río Chícamo, en la actualidad seco. De ahí que podamos encontrar el origen del topónimo en la palabra árabe Sahel, que significa "ribera", debido a su situación en la misma margen izquierda del río.
En esta zona han aparecido los yacimientos arqueológicos más importantes descubiertos en el área de Abanilla.
En este paraje se alza la pequeña ermita, llamada del Llano de Sahués, aunque en realidad es de propiedad particular.
La encargó construir un vecino del lugar, Antonio Salar Tristán, a finales de la década de los cincuenta del siglo XX, concretamente en 1949, con permiso del Obispado, dedicándosela a San Pascual.
Hasta la década de los sesenta, el día de la festividad de San Pascual, los vecinos se acercaban a la ermita, para celebrar una misa y una fiesta en sus proximidades.
Descripción
Nos encontramos con una pequeña y humilde construcción de planta rectangular cubierta con tejado a dos aguas con teja.
Al exterior no muestra ningún elemento decorativo, ni signo cristiano, tan solo destaca la presencia de pequeños vanos para iluminar el interior.
En la fachada principal aparece la puerta de entrada, realizada en madera y terminada en cristal y rejería de hierro forjado. Sobre ella, en lo alto, dos diminutos arcos de medio punto, paralelos, que hacen la función de ventanas.
Los dos laterales, carentes de toda decoración, están jalonados por una elevada hilera de ventanas, también en forma de arco de medio punto. En el lado izquierdo de la construcción y adosado a ella aparece una pequeña habitación que probablemente sirvió como sacristía.
El único elemento que sobresale al exterior se sitúa en la fachada posterior, coincidiendo con el altar, se trata de una bonita hornacina que debió contener una imagen.
La ermita está hoy cerrada y en avanzado estado de deterioro.