La naturaleza que hoy día puede apreciarse en Macisvenda y en los parajes de Abanilla es algo distinta a la que los habitantes de la zona podían disfrutar durante el período de dominio árabe, época de la cual existen numerosas referencias documentales sobre la riqueza de las tierras abanilleras.
Abanilla era un territorio con abundantes bosques de coníferas y plantas medicinales, hecho que los geógrafos e historiadores árabes mencionan en sus estudios, además de plantas propias del monte bajo que se extiende por el territorio.
Aunque estos terrenos han seguido un proceso natural de deforestación durante la Edad Media y la Edad Moderna los parajes de Abanilla disfrutaban de bosques de coníferas relevantes. El hecho de que las Reales Atarazanas de Cartagena firmaran, en 1744, un contrato con la Orden de Calatrava para que esta la abasteciera de madera, contribuyó a la desaparición de gran cantidad de masa forestal en el municipio.
Las palmeras datileras son otro de los elementos que distinguen la naturaleza de Abanilla y Macisvenda, palmeras cuya producción de dátiles era renombrada y parte de su actividad económica, al igual que el esparto y los productos que se manufacturaban con él.
Macisvenda no posee grandes relieves rocosos pero sí barrancos y simas en terrenos áridos. Se trata de un suelo de depósitos miocénicos, con margas y arcillas con gran acumulo de carbonato cálcico y materiales aluviales que se acumularon tras el plioceno y el cuaternario por las tierras colindantes.