El territorio natural en el que queda enmarcada Cañada de la Leña es uno de los más peculiares de Murcia e incluso de la propia Abanilla, ya que las características de esta pequeña localidad la convierten en un lugar de paisaje difícil de igualar en el que incluso los inviernos pueden dejar una bella estampa nevada.
De la época de dominio árabe existen numerosas referencias a la riqueza arbórea de Abanilla, así como a la abundancia de monte bajo con numerosas plantas medicinales que eran apreciadas de manera especial en el comercio del mercado de Orihuela.
Sin duda la gran producción de productos como el pan de higo, ajonjolí, dátiles, granadas, albaricoques de Damasco o productos realizados con esparto da una idea del antiguo paisaje de Abanilla, paisaje mermado por algunos hechos históricos que lo malograron como el contrato que las Reales Atarazanas de Cartagena firmaron en 1744 con la Orden de Calatrava, y que supuso la tala de grandes cantidades de pinos y otras coníferas.
Hasta principios del siglo XX llegó a haber en las inmediaciones de la localidad una laguna que albergaba aves acuáticas, pero que también era fuente de epidemias de fiebres palúdicas.
Los vecinos de Cañada de la Leña suelen visitar como otros abanilleros la Fuente de la Higuera y la sierra de Quibas, en distintas rutas de senderismo que concentran a muchos visitantes que buscan paisajes únicos de la Región de Murcia.
Flora y Fauna
El paisaje de Cañada de la Leña difiere del de localidades abanilleras como Macisvenda, donde el río Chícamo y los conos de derrubio de bad lands crean parajes que han sido comparados con los palestinos, sobre todo por la abundancia de palmeras datileras.
Pero Cañada Leña es una llanura de campos de secano influenciada por los relieves de la sierra de Barinas, al sur, la sierra de Quibas al oeste y las alicantinas sierras de el Argallet y la sierra del Reclot, al noreste.
El territorio de Cañada de la Leña está poblado de viñedos, almendros y oliveras. Junto a los cultivos se da un monte bajo en el que el esparto es la especie silvestre por excelencia.
También hay ejemplos de coníferas, sobre todo en las estribaciones de sierras, enebros y sabinas, estas últimas especies propias de áreas altas y donde el frío en invierno puede ser intenso. El bosque mediterráneo también se hace presente con tomillares, romero y aromáticas.
La fauna de los parajes de Abanilla llegó a tener siglos atrás, según consta en estudios paleontológicos, ciervos, jabalís, corzos, lobos y cabras hispánicas. Pero la paulatina deforestación del territorio fue reduciendo el número de especies que habitaban estas zonas del sudeste peninsular.
Hoy día los campos de Cañada de la Leña todavía albergan conejos y liebres, además de perdices rojas, palomas torcaces y un sinfín de aves que van desde el mirlo común al petirrojo, y ejemplos de mochuelos y búhos reales en las altas sierras.