La Torrecilla se encuentra situada en la inmediaciones de Lorca y se puede advertir su presencia en un alto cerro desde la Autovía del Mediterráneo, poco antes de llegar a Lorca, desde la vecina Puerto Lumbreras, se puede observar a la izquierda.
Como su propio nombre indica se trata de una torre, torre cuyas funciones serían las de vigía.
Ésta quedaba unida por medio de un sistema visual con otras torres y castillos creando un sistema de vigilancia que controlaba todo el territorio. Desde aquí puede divisarse el Castillo de Lorca que serviría de enlace con el sistema de torres vigías que también se sitúan en todo el valle del río Guadalentín.
Este sistema de torres vigías fue muy empleado en época islámica, alcanzando su máximo desarrollo a partir de época almohade siendo muy importante en época nazarí para el caso de las tierras granadinas.
Por tanto, no es casualidad que conforme aumente la presencia de las tropas cristianas sobre el territorio dominado por los musulmanes, este sistema de torres vigías vaya proliferando y alcanzando mayor complejidad.
Se trata de una torre de planta cuadrada realizada a partir de la técnica constructiva por excelencia de los pobladores andalusíes, es decir, con tapial.
El tapial no es más que una mezcla de gravas de diferentes tamaños con agua, arena y cal que crea una mezcla muy consistente una vez seca, siendo un material de rápida aplicación y barato. Se aplicaba en cajones de madera que una vez retirados dejaban la impronta de los ejes de madera, que se denominan mechinales.
La torre cuenta con cuatro hiladas de este tapial del que se pueden apreciar los mechinales, sobre este cuerpo inferior macizado para darle mayor consistencia, se eleva otro cuerpo, posiblemente una reconstrucción posterior formado por mampostería trabada con argamasa, estando las esquinas construidas con ladrillos que le dan un efecto visual.
Se presentan cuatro pequeñas ventanas al exterior una en cada una de las cuatro caras de la torre que, además de iluminar el interior, hacían las veces de almenas.
El espacio interior era una pequeña sala abovedada en la que se resguardaban los vigilantes y desde la que disparaban a través de las almenas en caso necesario.