La historia documental de la pedanía de La Albatalía viene determinada por una de las infraestructuras de riego más importantes de todo el municipio de Murcia, la acequia de la Aljufía, la Algeuffía de los documentos del siglo XIII, una de las acequias mayores que riegan las huertas murcianas.
La escasez de documentos históricos precisos que nos demuestren el origen y comienzos de la localidad, como su topónimo en los libros de repartimiento(Ver documento) de la Edad Media, se suple con la realidad de este gran canal abierto de riego. Recordamos que la cabecera de esta acequia se sitúa en la vecina pedanía de La Ñora.
Primera alusión documental
Un documento del siglo XIV, concretamente de 1353, nos muestra el topónimo de la localidad, Al Batulía, describiendo en sus tierras un riego por alcaduces, es decir, por norias. Diversos análisis filológicos estiman que Albatalía proviene de la transformación de la voz árabe Al-Battàlyya, que vendría a significar área o zona inculta, quizá una manera de describir durante siglos una porción de terreno de la huerta murciana que no había podido cultivarse hasta un tiempo cercano al siglo XIV.
Otro dato nos inclina a pensar en la falta de población y movimiento demográfico o agrícola en este territorio durante la época medieval: en 1326 el Concejo de Murcia decidía instalar en sus inmediaciones el cementerio.
Censo de Floridablanca
Documentalmente volvemos a encontrar a La Albatalía en la relación de poblaciones de Murcia que, en 1785, configuraban la administración del municipio. Años más tarde, la localidad figuraría como aldea de realengo con alcalde pedáneo, sabiendo a raíz del censo de Floridablanca que la villa estaba adscrita jurídica y eclesiásticamente al partido de San Andrés, del barrio homónimo actual de Murcia.
Diversas estadísticas del siglo XIX ofrecen algunos datos demográficos de la población, en 1809 sus dos áreas, Albatalía Baja y Alta, figuran con unos 900 habitantes, en 1836 ya eran casi mil quinientos los habitantes contabilizados. Quizá la descripción de Pascual de Madoz en su Diccionario Geográfico (1850) es la más completa, "localidad de 444 vecinos, casi 2.700 tahullas de cultivos de riego, casas y barracas y un molino harinero", probablemente al que corresponden los restos que hoy día aún se pueden visitar.
Por lo demás, las estadísticas demográficas señalan los años sesenta del pasado siglo XX como los más prósperos para los índices de poblamiento de la villa, con unos 3500 habitantes, evolucionando negativamente en los decenios posteriores y estabilizándose en la actualidad ante el evidente crecimiento de la ciudad de Murcia.