Marco histórico de los Grupos de Ritual Festivo de la Región de Murcia
Las Cuadrillas y Auroros nacieron vinculadas a las Cofradías y Hermandades, que comenzaron a propagarse ligadas al movimiento contrarreformista acontecido a finales del siglo XVI. En el Reino de Murcia tuvieron su máximo esplendor en el primer tercio del siglo XVIII.
Los frailes carmelitas y franciscanos fueron los responsables de la formación de las Cuadrillas de las Ánimas, mientras que los frailes dominicos animaron el nacimiento de las agrupaciones musicales de Auroros, asociadas a la Virgen del Rosario.
Otros Grupos de Rituales Festivos, típicos de la Región de Murcia, como las Peñas Huertanas y los Grupos Sardineros, hicieron su aparición en el siglo XIX, cuando comienzan a celebrarse las fiestas más emblemáticas de la primavera murciana: el Entierro de la Sardina y el Bando de la Huerta.
El Carnaval en la Región de Murcia también hunde sus raíces en la centuria del ochocientos, gozando de especial raigambre y prestigio en enclaves como Águilas, Cartagena y la pedanía murciana del Cabezo de Torres, donde los Grupos Carnavaleros son numerosos y fueron fundados en las últimas décadas del siglo XX.
Los pilares del folclore y la identidad del pueblo murciano
La Región de Murcia presume de tener una enorme riqueza y diversidad folclórica. Los murcianos han sabido conservar y perpetuar muchas de sus tradiciones y rasgos definitorios, tesoros de un pueblo por los que velan los Grupos de Ritual Festivo.
Cofradías y Hermandades, son los pilares sobre los que se sustenta con firmeza y devoción la Semana Santa de los municipios murcianos; Cuadrillas y Auroros se muestran como los portadores de una popular tradición musical; Grupos Sardineros que velan por la pervivencia y buen desarrollo de esa genuina fiesta murciana de la Sardina; Peñas Huertanas que salpican con su color y sus barracas toda la ciudad de Murcia durante las Fiestas de Primavera; y los Grupos Carnavaleros, llenan de comparsas, charangas, bailes y variopintos disfraces, las calles de las localidades murcianas durante el mes de febrero.
Ellos son las bombas de oxígeno de unas tradiciones folclóricas con las que los pueblos conservan su identidad.