Se ha de tener muy en cuenta que, como dejemos dicho al tratar del mozárabe, muchos de los vocablos de apariencia morisca por ir precedidos del artículo 'al' o por haberse arabizado su estructura, son también de evidente etimología hispano-latina, como ababol, alcacil, aletría, alfarra, alporchón, etc.
Justo García Soriano en Vocabulario del Dialecto Murciano, 1932.
No crea el lector que estamos declinando el término, no, sólo son algunos de los términos con los que actualmente podemos pedir este producto en las verdulerías de la Región de Murcia, y nos entenderán. Si bien el término más ampliamente utilizado en la actualidad es alcachofa, los güertanos dicen 'alcacil' o 'alcancil', en la zona de influencia del seseo del Campo de Cartagena 'alcansil', siguiendo el cauce del río Segura aguas abajo 'arcansil' y en los lindes con Andalucía 'alcaucil'.
En octubre, con los primeros fríos, apretados como puños, rotundos, macizos y ásperos, ocultando en su interior su blanco y jugoso corazón, llegan a nuestras verdulerías los alcaciles o alcanciles 'de la tierra', los más sabrosos, más tiernos y apetecibles. También los más baratos. Son los alcaciles de temporada, los que durante siglos han alimentado a nuestros antepasados en su 'momento procesal oportuno', como dicen en Derecho. Lejos quedarán en nuestra memoria aquellas 'otras alcachofas' que espigadas, pequeñas, resecas y ennegrecidas por su prolongada estancia en las cámaras frigoríficas, pudimos adquirir desde antes del verano. Sólo un recuerdo, a modo de pesadilla: el elevado precio que pagamos para que defraudaran nuestras sentidos'.
Las alcachofas han constituido y todavía constituyen un importante alimento de nuestras dietas mediterráneas en invierno. Además de una importante materia prima para la industria conservera de la Región, que los elabora principalmente como corazones de alcachofa enlatados y con los que se elabora una típica tapa murciana conocida como 'mar y tierra', en alusión al origen de sus ingredientes: una alcachofa en conserva y una anchoa en lo alto insertadas en un palillo.
Autor: Julio Pedauyé Ruiz