La singular belleza y geografía de Cartagena la han convertido en foco de atracción para numerosas civilizaciones desde tiempos remotos. La ciudad, con sus aledaños de Cabo de Palos, la Sierra Minera y el Mar Menor, se ha caracterizado históricamente por la inexpugnabilidad que le otorgan las cinco colinas de su interior. Situada en una Península, su territorio se encontraba rodeado al Sur y Oeste por el Mar Mediterráneo, al Norte por una laguna y al Este se unía al continente por una pequeña franja de terreno.
Los primeros europeos habitaron en la Cueva Victoria
Aunque la información sobre la Prehistoria resulta escasa, los yacimientos que salpican el cordón montañoso litoral permiten esbozar a grandes rasgos y con carácter puntual algunos episodios prehistóricos en el municipio de Cartagena. Los restos homínidos más antiguos hallados en Cartagena pertenecen a Cueva Victoria, en las inmediaciones del Llano del Beal, y su antigüedad es de 1,3 millones de años. Esta cueva está catalogada como una de las de mayor importancia paleontológica de Europa, ya que sus restos hacen entroncar este yacimiento con la compleja problemática de los inicios del poblamiento euroasiático. La falange humana hallada en Cueva Victoria en 1984, y asociada a la fauna del Pleistoceno inferior, atestigua que éste es uno de los yacimientos de Europa donde habitaron los primeros europeos, junto con el yacimiento de Venta Micena en Orce (Granada), y el de Dmanisi en Georgia. A partir de entonces se han descrito nuevos hallazgos en la Cueva Victoria, que junto a los pertenecientes a Orce confirman la presencia humana en el Sureste de la Península Ibérica durante el Pleistoceno Inferior.
Del Paleolítico al Neolítico. Los Neandertales en Cartagena
El periodo Musteriense se desarrolla al comienzo de la última gran glaciación europea, hace entre 100.000 y 35.000 años. Su principal protagonista fue el Hombre de Neanderthal. Los hallazgos en la Sierra Minera próxima a Cartagena han desvelado que fue recorrida por neandertales en busca de caza, que descendían a la costa para pescar. Estas afirmaciones quedan constatadas por los restos de alimentación, procedentes de animales, encontrados en la Cueva de los Aviones, a la entrada de la Bahía de Cartagena.
El Paleolítico Superior se encuentra documentado en el Monasterio de San Ginés de la Jara, situado en un lugar que debió servir de campamento estacional de cazadores-recolectores a principios del Paleolítico Superior. En la barrera montañosa litoral cartagenera se abre una cueva, que responde al nombre de Cueva del Caballo. En este lugar de buenas condiciones orográficas, excelente orientación y próximo al mar, se han hallado vestigios de un ocupamiento de finales del Paleolítico, probablemente atraído por las buenas condiciones para el hábitat. Cabe citar también la Cueva de los Mejillones (Los Belones) y sus arpones y dardos fabricados en hueso y asta de ciervo.
En el Neolítico se produce la sedentarización y la aparición de los primeros poblados con entidad. La economía sufre una importante transformación, ya que deja de ser cazadora y recolectora y se torna productora, a través de la domesticación de animales y el cultivo de la tierra. En el municipio cartagenero la neolitización se desarrolló en el cuarto milenio a. C., más tarde que en las zonas nucleares neolíticas del Mediterráneo Oriental.
Los yacimientos más importantes de este período en el municipio de Cartagena son la Cueva de los Pájaros (Cabo de Palos), que ejemplifica la pervivencia de formas anteriores al Neolítico, aunque con la incorporación de ciertos elementos característicos de este período; Calblanque, el Cerro de San Joaquín (Portmán), donde se observan los cimientos de varias chozas cubiertas, y el poblado de Las Amoladeras, perteneciente ya al período Eneolítico. La cultura argárica ha dejado pocos testimonios de su desarrollo en Cartagena, encontrándose la mayor parte de éstos en su Campo. La causa de este despoblamiento en época argárica podría residir en el interés de estas poblaciones por unos recursos mineros de los que adolecía la comarca de Cartagena, siempre pródiga en lo concerniente a la minería de plomo y plata. El Bronce Tardío se encuentra únicamente representado en el yacimiento costero de la Cala del Pino, en La Manga del Mar Menor.
Cartagena, 'La Mastia' de los Tartessos
Hacia el siglo VII a.C., los tartesios formaron un gran Estado, que se extendía desde las orillas del Guadiana hasta el río Thader, el actual río Segura. En su interior se fueron organizando dos áreas de influencia presididas por dos ciudades, que concentraban el poder y la riqueza.
La Tartessia Citerior tenía como capital a Mastia, identificada con Cartagena. No se ha comprobado arqueológicamente su ubicación, pero su toponimia (mastos significa pechos o senos en griego) hace referencia a las cinco colinas de Cartagena. Las sociedades del Bronce Final aparecen en el sustrato cultural de los inicios de la cultura íbera del Sudeste y podrían asimilarse étnicamente con las poblaciones mastienas. Culturalmente habría que situar entre ellas a la urbs massiena de Avienio o a la Mastia de otras fuentes literarias, que aparece vinculada a Tartessos. La supuesta vinculación de la Mastia de los Tartessos con Cartagena sigue despertando controversia entre los historiadores.
La presencia de los tartesios en el Mediterráneo se tradujo en una época de esplendor cultural y comercial, en la que Cartagena fue amurallada y su puerto contempló arribar y partir navegantes orientales. La región del Sureste peninsular adquiriría una gran proyección en el mundo mediterráneo a partir de la primera mitad del I milenio a.C, época de las colonizaciones, con la llegada de fenicios y griegos. La ciudad de Mastia convivió en paz muchos años con los poderosos imperios que buscaban en Iberia su expansión. Mastia comerciaba con todo ellos (celtíberos, cartagineses, romanos) y exportaba su esparto, su 'garum', sus salazones y su plata, ya que sus principales actividades económicas eran el comercio y la minería.
El poblamiento íbero en Cartagena
La cultura íbera se desarrolló en Cartagena durante los siglos V, IV y III a. C. explotando el plomo y la plata, como fruto de las relaciones comerciales con los púnicos. La presencia íbera aparece atestiguada en los yacimientos de Los Nietos y en la costa cartagenera, en Cala Reona. Estos poblados sintetizan de manera clara esa decidida vocación comercial de las gentes que habitaron la costa de Cartagena durante el período íbero.
El asentamiento de Los Nietos, situado junto a la costa del Mar Menor, comprende el poblado y su necrópolis, cuya cronología corresponde al siglo IV a.C. Este importante asentamiento íbero ocupaba una
superficie de 20.000 metros cuadrados y su origen probablemente se encuentra en la presencia de la Sierra Minera de La Unión-Cartagena y sus valiosos recursos de plata y plomo, que debieron constituir su principal actividad económica. Este hecho, unido a la proximidad al mar del asentamiento, desvelan el buen funcionamiento del poblado. La necrópolis del poblado responde al clásico rito de la incineración y a la fuerte jerarquización social de estas comunidades indígenas, según el nivel de poder y riqueza. En este caso concreto la necrópolis destaca por la notable pobreza de la mayoría de los ajuares hallados en las tumbas.
El período de mayor esplendor del poblado íbero de Los Nietos se produjo en la primera mitad del siglo IV a.C, época de la que proceden las cráteras áticas de figuras rojas, actualmente expuestas en el Museo Arqueológico Municipal de Cartagena. Este asentamiento irá decayendo progresivamente hasta desaparecer a principios del siglo III a.C, como consecuencia del cese de la actividad metalúrgica y del desarrollo del asentamiento establecido en Cartagena, que indica el creciente protagonismo que la ciudad fue adquiriendo en el Sudeste peninsular antes de la inminente llegada de los púnicos.