Rafael Facundo Tejeo Díaz. Caravaca de la Cruz, 1798 - Madrid, 1856

El pintor caravaqueño Rafael Tejeo fue una destacada figura del panorama cultural de la primera mitad del siglo XIX, no sólo en la Región de Murcia, sino en el conjunto nacional.

De familia humilde, estudió pintura en Murcia, Madrid y Roma, ciudad esta última en la que las influencias de Rafael y David fueron decisivas para su posterior producción pictórica.

Con una obra que avanza desde el neoclasicismo al romanticismo, la calidad de sus trabajos le sirvió para ser nombrado director de la Academia de San Fernando y pintor honorario de cámara en la Corte de Isabel II.

La temática que plasmó en sus cuadros fue muy variada. Comenzó con las alusiones mitológicas propias del neoclasicismo para pasar a temas costumbristas e históricos, tratados desde los matices románticos. Sin embargo, el retrato fue un género que siempre cultivó y lo que le valió la fama que le acredita actualmente como pintor decimonónico.

La infancia y los primeros pasos como artista

Rafael Tejeo nació en Caravaca de la Cruz en 1798, en la calle que hoy lleva su nombre. Hijo de una familia de artesanos, su infancia no tuvo que ser nada fácil debido a las numerosas epidemias de los primeros años del siglo XIX y a los avatares de la Guerra de Independencia contra los franceses.

Dadas las tendencias que desde niño mostraba hacia la pintura, sus padres le enviaron con quince años a Murcia, a estudiar en la academia de la Real Sociedad Económica de Amigos del País, bajo la protección del marqués de San Mamés y teniendo allí como mentor al escultor Santiago Baglietto.

Después completaría su formación artística en Madrid en la Academia de Bellas Artes de San Fernando, donde fue discípulo preferido del pintor clasicista José Aparicio, cuyo estilo fue seguido en un principio por el propio Tejeo. También se formaría con Fernando Brambilla, un pintor de vistas italiano afincado en España.

Fruto de su ideario progresista fue la participación en la Milicia Nacional como voluntario entre 1821 y 1822.

La influencia italiana

Entre finales de 1822 y principios de 1823 marchó a Italia, concretamente a Roma, sin pensión alguna. Sufriría un naufragio en el Golfo de León del que pudo salvarse a costa de entregar toda su fortuna a unos marineros, llegando a la capital italiana con un frágil estado de salud y sin dinero.

La huella de este aprendizaje quedó patente en sus pinturas mitológicas y bíblicas, Desde Roma mandaría dos cuadros: Magdalena en el desierto y La Curación de Tobías.

El reconocimiento de su obra

Regresó a Madrid en 1827, alcanzando un año después el grado de Académico de Mérito de la Academia de San Fernando con la presentación de la obra Lucha de Hércules y Anteo, si bien antes fueron revisados sus antecedentes políticos a causa de su ideología progresista.

En 1839 fue nombrado teniente director de pintura de la Academia de San Fernando ocupando la vacante que dejó José Madrazo al ser ascendido a Director. En 1841, a causa del pronunciamiento moderado en contra de Espartero, regresó a Caravaca de la Cruz. Y en 1842 sería nombrado director honorario de la Academia, pintando entonces en Cehegín el retrato de Magdalena Cuenca y Rubio.

En 1846 se le aceptó la renuncia al cargo que tenía en la Academia de San Fernando, muriendo en Madrid diez años más tarde, coincidiendo con la primera Exposición Nacional de las Artes en 1856.

Fuentes

CHACÓN JIMÉNEZ, F. (dir.), Historia de la Región Murcia, Ed. Mediterráneo, Murcia, vol. VIII, 1980, 385 p.