Biografía

Cuando la arquitectura, como formación académica, empezaba, todavía existían maestros de obras cuyo aprendizaje se había gestado por la simple práctica del oficio. Este es el caso del murciano conocido como maestro José López que, según Baquero, debió nacer en torno a 1730, quizá antes porque se encuentra en las fuentes por primera vez en 1747 trabajando como cantero. Su primera relación laboral en todo caso podría vincularse a obras eclesiásticas en Murcia, ya fuera el Palacio Diocesano o la Cárcel.

Entre 1749 y 1765 sabemos que estuvo a cargo de la dirección de obras del Palacio Episcopal el maestro López; previo a estas obras, que surgieron por la necesidad de acoplar estéticamente el palacio a la nueva fachada catedralicia, López había colaborado en las obras del imafronte de Jaime Bort, junto a otros colegas y de esta época deriva quizá cierta estética neoclásica en la obra de López, ya que se considera que Bort influyó en algunos maestros de obra. Destaca la planta centralizada que López proyectó para la capilla del palacio, considerada en su diseño como capilla palatina.

López sucedió a Pedro Fernández como Maestro Mayor en la Catedral y, tras aceptar la traza de la torre por parte del maestro Gea, fue José López el encargado de construir su proyecto. Antes de culminar la torre con la balaustrada parece que López propuso un remate de aguja con una cruz de hierro para aliviar de peso la construcción y ahorrar en materiales. Su propuesta incluyó un dibujo de portada y torre, este proyecto, junto al de Gea, fueron remitidos a la Academia de San Fernando, pero finalmente ninguno de los dos convenció y pasó a realizarse un proyecto de Ventura Rodríguez. En 1765 López dirigía pues las obras del tercer cuerpo de la torre, donde se encuentra la maquinaria del reloj, cuerpo en el que tuvo que compensarse la inclinación progresiva de la torre calculando mayor carga al lado contrario.

El cuerpo del campanario, con los cuatro conjuratorios y sus esculturas, respira cierto aire gótico, pero eso puede ser debido a la necesidad técnica de que las cubiertas apuntadas fueran más útiles a la hora de repartir empujes y distribuirlos mejor, como era la intención del maestro López. Se concluyó esta parte de la torre, que incluyó la instalación de las campanas, en 1793.

Una parada en la construcción de la torre, que duró entre 1782 y 1790, sirvió a López para dedicarse a otros trabajos. En este intervalo de tiempo llevó a cabo diversas obras de reparación en la catedral. Suprimió capillas de los machos, recomendó con informes que los dueños de algunas capillas se ocuparan de su rehabilitación, se enlosó el suelo del templo con mármol de Génova y se encalaron y repararon muros, bóvedas y pilares. También reparó la torre de las cadenas, restaurando el  cuerpo superior, donde reutilizó pilastras y frisos del XVI. También modificó la Portada de los Apóstoles, eliminando la columna que partía en dos la entrada. Otros edificios del cabildo, exteriores al templo catedralicio, se sometieron bajo su dirección a diversos trabajos de mantenimiento y reparación.

En 1766 el maestro tuvo que continuar el proyecto de San Juan de Dios, firmado por Martín Solera e interrumpido por su muerte. López continuó ese festival rococó de Solera pero introdujo algunos cambios como unas ventanas ovaladas que rompen la línea del entablamento.

El maestro López trabajó también para la Compañía de Jesús, proyectando para el pueblo de Fuente Álamo una iglesia con casa rectoral y cementerio. En Murcia, para los padres del Oratorio de San Felipe Neri, también diseñó una gran iglesia en las inmediaciones del actual San Bartolomé, se trataba de un proyecto ambicioso de planta de cruz latina, cúpula, atrio, portada y torre además de convento; ya en estos años la Academia de San Fernando de Madrid hacía dictámenes de los proyectos y en este caso desestimó la aprobación, además se trataba de un proyecto costoso que incluía la ampliación de calles adyacentes, así que todo quedó en nada. Igual suerte tuvo el proyecto de López de un altar para la iglesia de San Juan Bautista o el de una posada parador, su formación como alarife y no como maestro de obras titulado pudo influir decididamente en la actitud de los académicos.

El academicismo de la segunda mitad del XVIII, en plena batalla contra el último barroco, se había hecho tan purista que no podía asumir que los maestros de obra continuaran siendo alarifes sin formación académica alguna. El estilo de López no puede valorarse enteramente, sin duda tendría sus débitos a cierto barroco, pero también debía estar abierto a los cambios más clasicistas del momento, pero esto no fue suficiente para dar el placet a sus proyectos.

Entre los trabajos que sobreviven, junto a la torre catedralicia, queda su proyecto para la iglesia de la Ascensión de Yecla, pero murió dejando iniciada la obra que, años más tarde, continuó Jerónimo Ros quien, recordando en un documento al maestro López, lo mencionó como simple cantero.