Los conocidos como Siglos de Oro, que coinciden con la estética renacentista y barroca en las artes plásticas, tuvieron en la literatura murciana autores y obras de sobra conocidos y estudiados académicamente. Por un lado quedan remanentes del clasicismo renacentista, por otro se vislumbra el “esplendor barroco”. Historiadores, poetas, justas de poesía, literatura de cordel, teatro, de todo esto hay en la literatura murciana, alejada de la corte pero no por eso menos activa.
El primer autor de esta época que ha de mencionarse es el de Diego Ramírez Pagán, nacido en 1525, clérigo doctor en teología cuya poesía bebe aún de las fuentes más tradicionales y en las que, el autor, toma nombres a modo de heterónimo que le permiten introducirse en sus composiciones. Versos llenos de naturalismo, descritos algunos como garcilasistas pero que incluyen también aspectos más populares. Su Floresta de varia poesía de 1562 se considera una buena muestra de estilo e influencia petrarquista: De un bruñido marfil remate nuevo / estaba mi cayado yo labrando / y el rostro de Marfira retratando / como en un corazón vivo lo llevo.
Ginés Pérez de Hita es una de nuestras figuras literarias internacionales, estudiado por su influencia en la novela romántica francesa y americana, publicó entre 1595 y 1619 Las guerras civiles de Granada, su obra magna, con notas propias de los romances de caballerías pero también originales y emocionadas notas novelescas. Poco sabemos de la vida de nuestro escritor, que quizá ni siquiera muriera en Murcia, pero conocemos sus obras como el Libro de la Población y Hazañas de la Muy Nobilísima y Leal Ciudad de Lorca, de 1572; traduce también La guerra de Troya de Dares y son populares los romances Cuando aquel claro lucero y A tal anda don García.
El poeta ciego Francisco González de Figueroa es un importante exponente de la conocida como literatura de cordel. Este peculiar nombre para un trabajo literario viene dado por el cordel del que se solían colgar estas obritas, de carácter popular y transmisión oral, que se solían vender en los mercados y puestos ambulantes. La de cordel era una literatura que abarcaba principalmente temas religiosos, historia local, fechas de festejos y, lo más popular, cuentos e historias cómicas. Figueroa, autor conocido de esta copiosa literatura de la que se conservan pocos trabajos, compuso obras con las características quintillas, quintillas dobles y romances en temas religiosos y en los que la mujer, como era característico en la época, aparecía siempre en sus tres perfiles típicos y tópicos: pecadora, arrepentida o penitente. El carácter popular de las obras no desmerece su calidad literaria y tenemos otro coplero murciano, también ciego, que añadir y es Ginés de Sandoval.
Todavía en época renacentista se señalan otros dos autores murcianos destacados. Uno de ellos es Diego de Funes y Mendoza, nacido en 1560 en Murcia y no en Zaragoza según investigadores locales como Barberán y Guirao. Fue vicario apostólico, autor de Historia General de las aves de Aristóteles Estarigita y de un soneto para las exequias de Felipe II. El otro autor es Jerónimo Alcalá Yáñez de Ribera, autor ya del XVII que también participó en las exequias mencionadas. Pero la obra principal de Alcalá Yañez, uno de los grandes ejemplos de literatura picaresca, es la conocida Alonso, mozo de muchos amos, obra moralizante de las varias aventuras del Alonso que la protagoniza.
Antes de adentrarnos en la época barroca podemos mencionar a otros autores, aunque de algunos sólo se conserven algunos versos. El moratallero Alonso Sánchez, catedrático de Alcalá, Ginés de Rocamora y Torrano, mencionado por Lope en su Arcadia, Francisco de Castilla, juez, Juan Alfonso de Almela o Salvador de León Castañón del que se conserva el soneto: Así nuestra Carthago permanece / firme a pesar del tiempo y de Belona / porque en sus fuertes hijos ha estribado / cuyo esfuerzo eterniza la corona / que Francisco Cascales le guarnece / de las piedras preciosas que ha labrado.