El descubrimiento de la cultura del Argar
Aunque la cultura argárica toma su nombre de un yacimiento almeriense, el descubrimiento de los primeros restos asociados a esta cultura se produjo en 1869, en el yacimiento de La Bastida de Totana. Ese año es considerado como el hito que marca el inicio de las primeras excavaciones científicas en la Región de Murcia. Rogelio de Inchaurrandieta excavó durante unos días el yacimiento de La Bastida, publicando poco tiempo después un meticuloso trabajo en el que informa sobre los hallazgos producidos y que tuvo una gran influencia sobre prehistoriadotes de la talla de los hermanos Siret, quienes años más tarde excavaron este yacimiento argárico.
El yacimiento, saqueado en numerosas ocasiones, fue excavado nuevamente entre los años 1925 y 1927, por parte de Juan Cuadrado Ruiz. En 1944, 1945 y 1948 se realizaron excavaciones sistemáticas en el yacimiento, que pusieron de manifiesto la gran entidad de este poblado argárico, sin duda uno de los yacimientos de la Edad del Bronce más importantes de la península ibérica.
La cultura ibérica
Las referencias escritas a materiales ibéricos se remontan a la obra del canónigo Lozano; se trata del dibujo de un lote de exvotos en bronce procedentes de Monteagudo y Santa Catalina del Monte. Sin embargo, poco se sabía sobre el origen de estas pequeñas esculturas en bronce y sobre su identificación con una cultura o período histórico determinado.
Casi un siglo después (1870), se realiza un descubrimiento arqueológico de gran importancia: el hallazgo de un conjunto de esculturas ibéricas en el Cerro de los Santos (Albacete), suceso que marca el inicio de lo que se denominará cultura ibérica. Aunque estas esculturas fueron mostradas incluso en Exposiciones Universales (Viena en 1873 y Paris en 1878), no se supo interpretar correctamente estas obras. Sucesivos y numerosos hallazgos producidos en años posteriores, la aparición de la Dama de Elche en 1897, y la publicación de la obra de Pierre Paris Essai sur l'art et l'industrie de l'Espagne Primitive, significaron el descubrimiento y el inicio de las investigaciones sobre la cultura ibérica.
Aunque esta etapa vino marcada por el coleccionismo, al mismo tiempo nacía un interés científico por el contexto arqueológico de estos hallazgos. En este contexto se produce la excavación del importante santuario ibérico de Nuestra Señora de la Luz; en el año 1925 Cayetano de Mergelina excavó y estudio este singular santuario, ya conocido, al menos sus exvotos, en la obra del Canónigo Lozano. Mergelina excavó varias dependencias y recuperó gran cantidad de exvotos en bronce (guerreros, jinetes, damas veladas, brazos votivos, cuchillo afalcatados, etc.). Este yacimiento volvió a ser excavado por el Dr. D. Pedro Antonio Lillo Carpio, desde el año 1990 hasta 2004.
Unos años después se excava la necrópolis del Cabecico del Tesoro. En 1935, Augusto Fernando de Avilés, en colaboración con el profesor Mergelina Luna, inicia la primera excavación oficial en una de las necrópolis más importantes de la cultura ibérica, localizando un total de sesenta y un enterramientos ibéricos de incineración.