Antonio Beltrán nació en Huesca en 1916. Fue uno de los principales artífices de la creación del Museo Arqueológico en Cartagena.
La idea de un museo en Cartagena venía rondando en la ciudad desde el siglo XVIII, sin embargo hubo que esperar a la llegada de D. Antonio Beltrán, en 1943, para que su creación recibiese el impulso definitivo, al elevar una propuesta formal al Ayuntamiento para la formación de un Museo Arqueológico que exhibiese los numerosos restos recuperados en diferentes excavaciones arqueológicas en la ciudad.
En esas fechas D. Emeterio Cuadrado era Teniente de Alcalde y Concejal de Cultura del Ayuntamiento de Cartagena. El insigne ingeniero y arqueólogo aceptó la idea con entusiasmo. Poco tiempo después se formó una comisión municipal, integrada por Antonio Beltrán, Emeterio Cuadrado y Mariano Pascual de Riquelme con el objeto de crear el museo. Tan sólo seis meses después, se inauguró en un local cedido por la Sociedad Económica de Amigos del País, ubicación donde previamente había estado el museo de la citada institución.
Transcurridos dos años, el Museo fue trasladado a un edificio más espacioso, inmueble que fue abierto al público en junio de 1945, haciéndolo coincidir con la celebración del I Congreso Arqueológico del Sudeste Español. Durante cinco años más trabajó como Director-Conservador del Museo Arqueológico de Cartagena, hasta 1950, año en el que gana la cátedra de Arqueología, Epigrafía y Numismática de la Universidad de Zaragoza.
Ocupó también el cargo de Comisario Provincial de Excavaciones Arqueológicas entre 1945 y 1949. La Comisaría General de Excavaciones Arqueológicas fue creada en 1939: su función principal era la de encargarse del cuidado administrativo, vigilancia técnica y elaboración científica de las excavaciones arqueológicas en España. Fue concebida como una vasta red de Comisarías Provinciales e Insulares, e incluso locales; de esta forma prácticamente se cubría todo el territorio nacional.
Antonio Beltrán, junto con Emeterio Cuadrado y Juan José Jáuregui Delgado, fueron los impulsores de los Congresos de Arqueología del Sudeste Español (1945-1950), uno de los fenómenos más singulares y de mayor significación de la Arqueología española contemporánea. Después de cinco o seis ediciones se transformaron en los Congresos Nacionales de Arqueología, que todavía se celebran hoy, y que durante muchos años han sido una referencia obligada en las investigaciones arqueológicas en España.
La primera edición de este Congreso se celebró en Cartagena en 1945, publicándose las actas de las reuniones en la revista Boletín Arqueológico del Sudeste Español.