A mediados del mes de julio de 1929, el Ayuntamiento de Murcia, a iniciativa de su alcalde, Luís Fontes Pagán (Marqués de Ordoño), decidió que la Feria, que tradicionalmente se instalaba en el Paseo de la Glorieta, se ubicara en el Parque Ruiz Hidalgo. El motivo estribaba en que el alcalde temía que la instalación de las viejas casetas en el sitio tradicional causara graves daños a la balaustrada y al pavimento. Además, la aglomeración de personas en la Glorieta podía ser perjudicial para los parterres de la rosaleda.
Esta decisión provocó división de opiniones en la sociedad murciana. El sector más tradicionalista se opuso al cambio de ubicación. Su principal argumento era que hacía algunos años la Feria ya se trasladó una vez al Parque Ruiz Hidalgo, y que en aquella ocasión muchos ciudadanos se habían quejado porque la iluminación había sido muy deficiente.
Instalación de la iluminación
El alcalde se hizo eco de estas protestas y se comprometió ante los ciudadanos a dotar al Parque Ruiz Hidalgo de una iluminación espléndida. Durante los días previos el Ayuntamiento instaló casi 6.000 bombillas y numerosas luces de colores, lo que permitió dotar al parque de un alumbrado suficiente. Por primera vez en la historia de la Feria se demostró que con una iluminación adecuada las casetas se podían instalar lejos del núcleo urbano.
En los días previos se procedió a la decoración del Parque y de sus aledaños. En los machos de hierro del Puente Nuevo se instalaron, por la parte de entrada al paseo central, arcos de flores con centenares de pequeñas luces de colores y guirnaldas. La parte que miraba a Levante fue adornada con tres monumentales figuras que representaban a un guardia con una porra y a una pareja de huertanos: él con la torre de la Catedral en la mano, y ella con una imagen de la Virgen de la Fuensanta. En el Parque se instaló el denominado kiosco de la música que estaba destinado a los conciertos.
Asimismo, el Ayuntamiento aprovechó la ocasión para reparar la fuente del Parque que durante varios años había estado seca. En ella se colocaron diferentes combinaciones de surtidores que, a través de focos eléctricos, daban al agua diferentes tonalidades de colores. En el parterre que estaba situado frente al Cuartel de Artillería se instaló un café, con teatro de variedades.