Los almorávides dominaron Al-Ándalus entre el final del siglo XI y la mitad del siglo XII. La progresiva Reconquista cristiana provocó la crisis del poder almorávide en la Península Ibérica. El reino de Castilla y León trasladó la frontera portuguesa al Tajo con la conquista de Lisboa (1147) y estableció una cabeza de puente en Al-Ándalus con la toma de Almería. El reino de Navarra culminó la Reconquista de su territorio con la ocupación de Tudela. El reino de Aragón trasladó la frontera oriental al río Ebro con la recuperación de Zaragoza (1118), al igual que el condado de Barcelona con la anexión de Tortosa y Lérida (1148). Ramiro II fundó la Corona aragonesa con la unión del reino de Aragón y el condado de Barcelona, mediante el matrimonio de la infanta Petronila con el conde Ramón Berenguer IV.
Además, los almohades conquistaron el Imperio almorávide del Norte de África tras la ocupación de la capital, Marrakech, a mediados del siglo XII. Los almohades conformaban una secta religiosa originaria del Sur de Marruecos. Su fundador, Muhammad Ibn Tumar, era un fervoroso creyente en la ortodoxia del Islam y en la unicidad de Alá. Los almohades criticaban la relajación moral de los almorávides en la práctica religiosa.
Ibn Mardanish
El Rey Lobo lideró la resistencia contra los almohades y mantuvo la independencia del reino de Murcia entre 1147 y 1172.
Mursiya, capital andalusí
Murcia se convirtió en la capital de Al-Ándalus durante los segundos reinos de Taifas.
El avance de la Reconquista cristiana y la caída del Imperio almorávide provocaron la desintegración de Al-Ándalus en los segundos reinos de Taifas (1147-72). Los almohades cruzaron el Estrecho de Gibraltar para reemplazar el poder almorávide en la Península Ibérica. El almohade Abd al-Mumin lideró la conquista de las Taifas andalusíes entre 1145 y 1155. El reino de Murcia lideró la resistencia antialmohade en la segunda mitad del siglo XII. El 'Rey Lobo', Muhammad Ibn Mardanish, encabezó la revuelta desde Mursiya, la nueva capital de Al-Ándalus. Las tropas del 'Rey Lobo' expandieron las fronteras del reino de Murcia mediante la conquista de Albacete, Granada, Jaén, Úbeda, Baeza y Carmona. Los reinos cristianos alentaron la resistencia del 'Rey Lobo', convirtiendo al reino de Murcia en un protectorado de la Corona de Castilla.
La ciudad de Mursiya experimentó un gran desarrollo durante los segundos reinos de Taifas. La población de la capital creció hasta los 28.000 habitantes, y la ciudad creció fuera de las murallas con la creación del Arrabal de La Arrixaca. El rey Ibn Mardanish impulsó la construcción de una muralla de 15 metros de altitud, con antemuralla, foso, 95 torreones, 6 puertas de entrada, un alcázar (Al-Kabir) junto al río y el palacio real en el actual Convento de las Claras.
El monarca completó el cinturón defensivo de Mursiya con las fortificaciones del Puerto de la Cadena por el Sur y la construcción de tres castillos por el Norte, para defender la Huerta. El 'Rey Lobo' convirtió el Castillo de Monteagudo en residencia real de verano, y los del Castillejo y Larache en pabellón de recreo el primero y, según hipótesis, en explotaciones hortopecuarias el segundo. Además, Ibn Mardanish incrementó la seguridad del reino de Murcia con la construcción de un alcázar (Los Alcázares) en la costa del Mar Menor, y el castillo de Blanca para dominar la Vega Alta y el Valle de Ricote. La economía del reino murciano alcanzó un gran auge con el desarrollo de la agricultura (cereal, vid y olivo) y del comercio con la exportación de la cerámica de reflejos metálicos a las Repúblicas italianas. Los intercambios comerciales se realizaban con la moneda oficial, el dinar de oro, fabricada en la ceca de Mursiya.
La consolidación del poder almohade en la mitad Sur de la Península Ibérica amenazaba la independencia del reino de Murcia. El líder almohade Yusuf I consiguió refuerzos militares del Norte de África para someter la Taifa murciana. El ejército almohade arrebató a Ibn Mardanish los territorios occidentales del Reino y protagonizó dos asedios frustrados frente a Mursiya en 1165 y 1171. La muerte del 'Rey Lobo' supuso el final de la resistencia murciana. Sus descendientes entregaron el reino de Murcia a los almohades en el año 1172 a cambio de privilegios políticos y económicos para la familia mardanisí. El Papado de Roma elogió en el siglo XIII la figura de Ibn Mardanish con la frase "el rey Lope, de gloriosa memoria".
Antonio Gómez-Guillamón Buendía