Días antes del inicio de la II República, se inauguraba una casa-escuela en la Cañado del Trigo, construida por los vecinos, con una ayuda de 5.000 pesetas del ayuntamiento, presidido por Luis Rico Blanes. La fiesta en la pedanía fue importante, especialmente para su pedáneo, Luis Rico Verdú y el maestro local, Juan Requena Tebar.
Días después en ésta y en el resto de escuelas, llegaba la orden de retirada de los retratos de Alfonso XIII y la bandera nacional, que debía ser sustituida por la republicana. Finalizando el verano de 1931 el consistorio comenzaba a movilizarse, solicitando la creación de un Instituto de Segunda Enseñanza, lo que tardaría años en conseguirse pese a las peticiones del alcalde, José Jiménez Bernal.
Sí iría más deprisa la sucesiva creación de escuelas. Aquel verano ya se pedía la construcción de un Grupo de Graduadas, ofreciendo el ayuntamiento el solar que existía junto al teatro Vico. Al año siguiente era noticia el trabajo de "moderna Pedagogía" que la maestra Caridad Murcia Solano realizaba en su escuela de niñas de La Alquería, si bien se quejaba de la escasez y falta de materiales para que sus alumnas pudieran trabajar y aprender. Al tiempo, la iglesia local, que ya contaba con dos centros catequísticos, abría una escuela en la feligresía de Santiago. En 1932 la Misión Pedagógica murciana organizaba un acto educativo-cultural en el teatro Vico, con manifestaciones musicales, cómico-dramáticas, de poesía, etc. El acto lo coordinaba el maestro local Arsenio Abellán, y en él intervino la banda municipal.
En enero de 1935 volvía a reactivarse el tema de las Escuelas Graduadas, realizándose un plano para el proyecto, si bien volvía a adormecerse meses después. Destacará en estos años el maestro de la pedanía de Fuente del Pino, que era además corresponsal de El Liberal.
Acabada la guerra, a comienzos de 1939, los maestros fueron depurados por el nuevo régimen. Por los informes sabemos que ejercían su profesión quince enseñantes. Tres fueros trasladados de manera forzosa y a dos se les separó del servicio por sus ideas políticas. Se trataba de Eliécer Azorín García y Mariano Suárez Molina. En los informes intervinieron alcalde, cura local y un padre de familia.
Ricardo Montes