Diego Rodríguez Almela (1426-1489)
Uno de los eruditos más destacados de la España del prerrenacimiento fue el murciano Diego Rodríguez de Almela, historiador y prosista, además de canónigo de la catedral de Santa María de Murcia y capellán de la reina Isabel la Católica.
Sin duda la amistad de Almela con su mentor, monseñor Alonso de Cartagena, uno de los grandes eruditos españoles del XV, y la relación con el circulo literario e intelectual de la corte en Burgos determinarían su vocación por la historia.
Nunca perdería el contacto con la ciudad que le vio nacer, impulsando, a través de su interés por la producción impresa de su obra, la labor de las primera sociedad de impresores que se estableció en Murcia.
Rodríguez de Almela está enterrado en la capilla de la Visitación de la Santa Iglesia Catedral de la capital murciana
Biografia
Aún sin tener datos precisos de su fecha de nacimiento y muerte, sabemos que Rodríguez de Almela vivió entre 1426 y 1489. Nació en Murcia, y entre su ascendencia se cuenta a Berenguer Almela, regidor de la ciudad en 1399.
En 1440, el obispo Alonso de Cartagena, tras regresar del Concilio de Basilea, apreciando las aptitudes intelectuales del joven Almela, lo toma a su cargo y lo lleva a Burgos, introduciéndolo en la corte de Castilla. Fue primero paje del obispo y en 1449 era reconocido como familiar del prelado. Su relación con Alonso de Cartagena, gran humanista y traductor, y el ambiente literario de la corte de Juan II de Castilla, sin duda determinaría su vocación por lo literario.
En 1451 era ordenado sacerdote y pronto recibía el arciprestazgo burgalés de Val de Santibáñez. Su estrecha relación con el obispo de Coria, Juan Ortega de Maluenda, influiría en su nombramiento como canónigo en Murcia, del que haría acto de toma de posesión en 1464.
Su inquietud por la historia tendría un primer fruto en la obra Valerio de las Historias Eclesiásticas, dedicada a su mentor, Alonso de Cartagena, fallecido en 1456.
En 1466 hace un viaje a Murcia y compra la capilla catedralicia de la Visitación para asegurar en ella su enterramiento. Tras este paso fugaz por su ciudad natal viaja a Roma, en la que quizá residiera entre 1470 y 1477. Tras este período de tiempo regresa a Murcia para quedar definitivamente en la ciudad, en una casa cercana a la fábrica del Salitre.
Durante la visita de los reyes Católicos a Murcia, en 1488, Rodríguez de Almela los conocería y entregaría sus obras impresas a los monarcas, que tras trabar amistad con el canónigo lo nombrarían capellán real.
Diego Rodríguez de Almela moriría cumplidos los setenta y tres años, quizá en 1489, y sería enterrado, como había dispuesto en la capilla catedralicia de la Visitación.
Obra
La obra de Rodríguez Almela es amplia, y está dedicada a la historia y a la hagiografía, inspirada muchas veces en los estilos clásicos latinos y griegos, donde los elementos históricos suelen bordear lo literario pero que acaban por constituir una referencia para la comprensión de muchos avatares históricos y culturales.
Su primera obra, Valerio de las historias escolásticas, toma como modelo la obra del autor latino Valerio Máximo, Hechos y dichos memorables, dividido en nueve libros, de ahí que Almela también divida su obra en otros tantos volúmenes que son toda una suerte de memorias históricas y relatos bíblicos.
Otras de las obras de Almela son Compilación de los milagros de Santiago, que contribuiría grandemente a la visión del apóstol como vencedor de los musulmanes, Compendio historial de las Crónicas de España, de 1462, Tratado de la Guerra, de 1482 y Batallas campales, de 1487.
Almela, además de gran humanista y escritor, sería también un hombre avezado que contribuiría en Murcia al desarrollo del arte de la imprenta, colaborando a que la ciudad fuera una de las primeras de la Península en cuanto a la producción impresa.
En 1482 llegaba a Murcia un impresor huido de Valencia, Fernández de Córdoba, y forma sociedad con Ariño y el judío murciano Salomón Zalman, a quienes se uniría el tudesco López de Roca, único impresor finalmente de la sociedad. Y sería a López de Roca a quien Diego Rodríguez le encargaría la producción de un Oracional de su maestro Alonso de Cartagena y, en 1487, la impresión de sus obras Batallas Campales y Valerio de las Historias Eclesiásticas.