Recorriendo las calles de la medieval villa de Mula me llamó la atención hace tiempo la conocida como Casa Pintada, mansión palaciega con pinturas de estilo 'barroco murciano', serigrafías de vivos colores, dibujos de animales, alegorías y ángeles, con la reseña novedosa en la ciencia heráldica y el blasón de cuatro escudos de armas pintados, correspondientes a las familias de nobleza muleña: Piñero, Blaya, Valcárcel, y la del estado noble por Murcia y Blanca, de doña María de Molina y Molina, ésta última poseedora del vínculo y mayorazgo de la 'Casa Serrano', que la habitó a finales del siglo XIX.
Es una lástima la pérdida de los documentos históricos a causa del incendio y la destrucción habida en la guerra civil, aunque existe una breve noticia de la fundación, conquista y población de la villa de Mula y de las familias ilustres que la habitaron, varones señalados en armas, letras y virtud y la fundación de sus iglesias y conventos.
La Casa Pintada ha sido restaurada por la Consejería de Cultura de la Región de Murcia, ante la desidia de su último comprador, que quiso derribar dicha fachada, ignorando la Ley de Bienes Culturales y Patrimonio Histórico, convirtiéndola en bien protegido.
Pero además la villa de Mula es digna de visitar por sus casas blasonadas, por el museo de arte ibérico, el mayor del mundo, llamado Museo Cigarralejo, la Casa de los 'Llamas', el famoso Castillo del primer Señor de los Vélez, don Pedro Fajardo Quesada, y del primer Marqués de los Vélez, don Pedro Fajardo Chacón, símbolo monumental por excelencia del pueblo de Mula, uno de los más importantes del sur de España en la época medieval.
Juan Romero Díaz