En el sustrato rocoso, el espacio es un elemento muy escaso y por el que hay una fuerte competencia entre los organismos bentónicos, produciéndose una lucha constante por recubrir y no ser recubiertos (Figura 1). Para ello, muchas especies despliegan todo un arsenal de armas químicas, consiguiendo con ello mantener el espacio y que no se instalen otros organismos encima. Cuando estas armas químicas no son tan eficaces o no existen, las especies son utilizadas como sustrato por otras de menor tamaño.
Es lo que se conoce por epibiosis, que es la relación permanente o no que se establece entre dos especies diferentes en la que una sirve de sustrato de fijación para la otra (Figura 2). En esta relación la especie que se fija siempre sale beneficiada, mientras que la que sirve de sustrato puede no ser afectada, puede ser afectada (especies que pierden capacidad de obtener luz o alimento a medida de que van estando más recubiertas), o puede ser beneficiada (especies que ganan en camuflaje al estar recubiertas) (Figura 3).
Juan Carlos Calvín