Mutualismo es la relación no permanente ni obligatoria que se crea entre dos especies diferentes y de la que ambas salen beneficiadas.
Los animales limpiadores (ciertos crustáceos y peces) especializados en librar a otros animales (generalmente peces) de sus parásitos, de sus tejidos muertos o de restos de comida, obtienen alimento por ello y el animal al que le han hecho la limpieza también sale beneficiado (figura 1).
La anémona Calliactis parasitica y el cangrejo ermitaño Dardanus calidus, que la lleva a cuestas, también se benefician mutuamente (figura 2). El cangrejo obtiene la protección que le proporcionan los tentáculos de la anémona con su batería de células urticantes y la anémona obtiene alimento más fácilmente, ya sea por el constante desplazamiento o por los restos de comida que se le escapan o desecha el cangrejo.
La anémona Anemonia sulcata y el pez Gobius bucchichi también entablan una relación de mutualismo (figura 3). El pez encuentra protección ante sus depredadores al esconderse entre los tentáculos de la anémona, mientras que ésta obtiene restos de la comida del pez, a la vez que los movimientos de éste entre sus tentáculos crean corrientes que la limpian de sedimentos y renuevan el agua que la envuelve.
En cambio, comensalismo es la relación no permanente ni obligatoria que se establece entre dos especies diferentes de la que una sale netamente beneficiada mientras que para la segunda es una relación neutra o indiferente.
El ejemplo más típico de este tipo de relación es el que establecen especies acompañantes como la rémora (Echeneis remora) o los peces pilotos (Neucrates spp.) con tiburones, mantas, cetáceos o tortugas (figura 4). La presencia de la especie acompañante es aparentemente indiferente para el depredador al que acompaña, mientras que a la inversa la relación proporciona protección y restos de alimento a la especie acompañante.
Juan Carlos Calvín