Teatro de Las Delicias
El teatro ha sido la gran pasión de los torreños desde el siglo XIX, prueba de ello es que en noviembre de 1896, actuó en Cotillas una compañía de zarzuela dirigida por el actor cómico Antonio Galván que obtuvo gran éxito durante los cinco días de funciones en el teatro de Las Delicias, coliseo que en realidad debió tratarse de un humilde almacén reconvertido para la ocasión, al que cada vecino aportaba su propia silla. Las representaciones estuvieron presididas por los hermanos Antonio y Juan Sánchez Fernández, a la sazón, alcalde y juez, respectivamente, acompañados de otros personajes locales de relieve como los maestros del momento: Luis Ortega Rubio y Rosario Febrero Sandoval (ambos ejercieron su profesión en Cotillas a lo largo de un cuarto de siglo).
Tales acontecimientos escaseaban, de hecho, no hemos vuelto a encontrar noticia alguna hasta el 2 de febrero de 1915, fecha en la que se celebró la representación tradicional de la fiesta de pastores con la obra titulada: 'La degollación de los santos inocentes'. El éxito fue tan grande que el día 7 volvió a repetirse la función y, al parecer, con una excelente interpretación por parte de los actores. Por cierto, en otro orden de cosas, cabe mencionar por su importancia que ese mismo día nació el Sindicato Agrícola de Cotillas, presidido por Antonio Morell Puerto y secundado en el cargo de vicepresidente por Juan Férez Hernández. Ambos acontecimientos, teatro y sindicato se celebraron con una actuación de la banda de música municipal de Alguazas que, contratada al efecto por el alcalde Pedro López Oliva, fue recorriendo el pueblo. Los vecinos la obsequiaron con dulces y licores.
El primer teatro estable
A pesar de tanta afición, el teatro fijo y estable nace de la mano del cine y, por lo tanto, como resultado de la electricidad que llega a Los Pulpites en 1920 gracias al esfuerzo de Bartolomé Ródenas Rosa. Molinos del Segura, de Jerónimo Ruiz Hidalgo (Montes:1999:64) fue la empresa que llevó la luz al casco urbano de Las Torres un año después. Pues bien, fue entonces, en esa década cuando se abrió el local cultural de Antonio Carrillo Hernández (que solicitó permiso de obras en julio de 1926). El hecho coincidió con otros acontecimientos de relieve que se producían al año siguiente. Se trata de la apertura de la fábrica de Salvador Escrivá y la mancomunidad para el abastecimiento de aguas del Taibilla mediante un canal a construir de 144 km.
El Salón Carrillo que comenzaría a dar cierta vida cultural al pueblo, estaba situado en la calle conocida popularmente como 'la calleja', nombre que cambiaría pronto por la del Teatro pese a que en diciembre de 1927 la comisión permanente del Ayuntamiento proponía que se dedicase a Pedro Fernández Vera.
La primera referencia hallada sobre su funcionamiento teatral data de febrero de 1928 cuando se representó la obra 'Juan José', de Joaquín Dicenta (1863-1917), actuando como primera actriz Angelita Alcaraz, que dejó al público asistente 'contentísimo'. El argumento sacaba a relucir problemas sociales de candente actualidad, sobre todo, enfrentamientos entre patronos y obreros.
A pesar de lo que pueda parecer, los espectáculos continuaban siendo escasos, incluso durante las fiestas patronales, en las que el Ayuntamiento colaboraba con 100 pesetas que en aquellos años veinte tenían que dar para todo, incluso para limpiar calles y pagar a la banda de música. Generalmente la banda venía de Ceutí pero en alguna excepcional ocasión lo hizo la del Regimiento de Infantería de Sevilla de Cartagena.
Una obra de teatro vinculada a Las Torres de Cotillas
Que se conozca, la única obra de teatro escrita que de alguna manera está relacionada con Las Torres de Cotillas, debe su autoría al poeta Fernando D'Estoup quien en 1935 terminó 'Los huéspedes del orgullo o la pitillera'. Firmada en Buenos Aires, emplea un lenguaje culto, decimonónico y se desarrolla en cuatro actos. Calificada por el propio autor, de comedia, exhibe giros porteños que de alguna forma armoniza con ciertos toques graciosos de una picaresca típicamente mediterránea. Ciertos guiños permiten intuir al lector una relación autobiográfica entre el personaje Luis Alberto y el propio autor. Se trata de una obra inédita que nunca se puso en escena.
En la década de los años treinta el cine se proyectaba en el mismo Salón Carrillo pero con menos frecuencia de la deseada ya que al no disponer de máquina había que traerla de Molina para cada ocasión. Tiempo después, por los cuarenta el Salón Carrillo fue capaz de proyectar casi con asiduidad a lo largo del invierno porque en verano se utilizaba al efecto el lugar conocido como Corralón Bautista, en la calle Mayor.