Exterior
Nos encontramos ante un templo de planta basilical dividido en tres naves y, como suele ser usual, la central es más alta que las laterales. Estas naves dividen en cuatro segmentos toda la estructura. Cerca del presbiterio se abre el crucero que queda cubierto con una cúpula semiesférica sobre pechinas.
Todos los elementos que dividen y caracterizan esta arquitectura de ladrillo visto quedan marcados en el exterior de forma austera, similar a la de muchos templos barrocos de la región. Los arbotantes, en número de cuatro, se pueden observar en los laterales del edificio, desplazando el peso de la nave central hacia los contrafuertes de las laterales. En estas se pueden observar unos peculiares óculos enrejados.
Las cubiertas de las naves son de dos vertientes en la nave central y una en las laterales. La cubierta del crucero es también a dos aguas. Mientras, la cúpula estilizada, queda cubierta con la misma teja y deja ver en su tambor vanos cegados.
El elemento más destacado del exterior es la portada principal, si bien presenta numerosos retoques y cambios a lo largo de los siglos. Se puede dividir en tres ejes verticales, en los que el central albergaría la puerta de entrada y uno de los laterales estaría ocupado por el campanario, quizás originariamente existirían dos torres, puesto que de esta manera la estructura arquitectónica sería mas armónica.
El eje central de esta fachada queda dividido a su vez en tres cuerpos, en el primero la puerta de entrada queda enmarcada con unas pilastras y dintel de orden dórico, de líneas muy sencillas, poco ornamentadas; en este dintel en que se puede ver la marca de cantería con la fecha 1744. El segundo cuerpo corresponde a una ventana enrejada que se abre sobre la puerta y que en su día debió estar coronada por una moldura curva. El tercer cuerpo, que corona este eje central, es un frontón con hornacina típicamente barroco.
La torre campanario que hoy día podemos admirar es producto de la restauración de 1998, que intentó devolverle su aspecto barroco eliminando los añadidos del siglo XX. Se unificaron los dos últimos cuerpos con dos niveles de arcos de medio punto en una sola estructura, que presentaría estos mismos elementos sustentantes en sus cuatro lados enmarcados con pilastras.
Interior
A los pies del templo, sobre la puerta de entrada, hay un coro sobre un arco de medio punto muy rebajado y amplio, elemento este común en las arquitecturas de este período.
Las naves en las que se divide el interior están cubiertas con bóvedas sobre lunetos. Dando a la nave central y al crucero, y dispuestas sobre las naves laterales, se abren unos balcones que corresponden a las tribunas superiores, en una estructura que se comenzó a dar en los templos a partir de la Contrarreforma.
A un lado de altar se encuentra una portada con pilastras y frontón triangular con medallones referidos al patrón Santiago.
Las pilastras adosadas que se intercalan entre los arcos de medio punto que dividen las naves son de orden compuesto Jónico- Corintio. Estas pilastras están hoy día decoradas con tonos claros exceptuando las adyacentes al altar mayor, las cuales participan de los efectos marmorizados en colores y con dorados.
La decoración en tonos ocres y azul grisáceo es una reproducción hecha con plantilla que trata de imitar los restos de cintas originales que se encontraron en algunos puntos de las cornisas del templo. Los dieciséis nervios de la cúpula fueron también redecorados; esta cúpula muestra en su clave un peculiar florón del que pende un angelote.
El retablo del Altar Mayor tiene una larga historia muy relacionada con la histórica prohibición en el siglo XVIII de la construcción de retablos de madera, de ahí que este sea de escayola. Este retablo está decorado con los efectos actuales de imitación de mármol y dorados. En la hornacina central se guarda una pequeña imagen de la titular del templo.
Obras
Entre las obras más destacadas en la Iglesia de la Purísima Concepción de Fortuna encontramos La Purísima, escultura del siglo XVII, atribuida a Alonso Cano; San Pedro Apóstol, talla realizada en madera policromada del siglo XX, de Valentín García Quinto; Dolorosa, imagen de vestir del siglo XX, de Gregorio Molera; y la Pintura La Purísima del siglo XVIII, de Pintor de la Cien Cabezas.