Las escasas y maltrechas ruinas conservadas muestran una serie de arranques de muros y torreones, en algunos casos casi imperceptibles, enclavados en la mitad oeste y la cima del cerro. Restos de una fortificación que una vez estuvo asociada a un poblamiento islámico del cual se hallan algunas evidencias en la mitad inferior de la ladera meridional.
Los estos de la fortificación permiten observar que la construcción se realizó, al igual que los castillos de su entorno inmediato, en tapial; una técnica consistente en ir superponiendo moldes de dos tableros paralelos que se van rellenando de tierra amasada o argamasa con más o menos piedra. El resultado era una construcción de aspecto hormigonado y muy resistente en relación al coste y la rapidez de la obra.