Las ruinas de esta fortificación se encuentran situadas a unos cinco kilómetros al noreste de la ciudad de Murcia, muy cercanas a su pedanía de Monteagudo.
El edificio se construyó sobre una pequeña altura desde la que se controla buena parte de la planicie circundante y los fértiles campos de la vega del Segura. Por su estratégica situación se encuentra visualmente conectado con el castillo de Monteagudo, Larache, el núcleo urbano de Murcia, y otras importantes fortificaciones que vigilaban el mencionado cauce hídrico.
Actualmente este espectacular castillo-palacio está integrado en un campo de limoneros perteneciente a una propiedad privada, a la que se llega muy poco después de atravesar el núcleo urbano de la pedanía murciana de Monteagudo. Lo cierto es que la vía tradicional de acceso a la fortificación fue la antigua Senda de Granada, que conecta el sureste peninsular con la Andalucía oriental, así como el llamado Camino Viejo de Monteagudo, que comunicaba Orihuela con la ciudad de Murcia.
Se trata de un palacio fortificado de origen islámico que tradicionalmente se ha identificado con la residencia de Ibn Mardanis, "El Rey Lobo", el famoso rey musulmán de Murcia que resistió a los invasores almohades a mediados del siglo XII. Como han puesto de manifiesto varios autores, sería por tanto un edificio único dado su carácter intermedio en la evolución de la arquitectura hispanomusulmana, en concreto entre la califal-taifa y la nazarí. Su emplazamiento, dominando una gran explotación agrícola y espacios de recreo vinculados a la fortificación, relacionaría también esta construcción con la tradición áulica oriental.
El castillejo de Monteagudo se encuentra catalogado como Bien de Interés Cultural por la Disposición Adicional Segunda de la Ley 16/1985, de 25 de junio del Patrimonio Histórico Español.