Construcciones Religiosas
Arquitectura | Escultura | Pintura
La arquitectura religiosa de la Región de Murcia está muy ligada al proceso de reconquista cristiana que se generó en ella a partir del siglo XIII.
La lentitud de la repoblación del territorio murciano y la instauración del culto de la Iglesia Católica supuso un proceso lento que nos ha dejado escasos ejemplos de arquitectura gótica, pocos templos del renacimiento pero multitud de ejemplos de arquitectura barroca.
Desde los grandes templos, como la Catedral de Murcia, la Colegiata de San Patricio de Lorca o la Basílica de la Asunción de Yecla, muestra patente de los continuos cambios y reformas de sus arquitecturas, hasta las iglesias parroquiales de fábrica de ladrillo y mampostería de las parroquiales de San Onofre de Alguazas o San Bartolomé de Beniel. En todos ellos la estética barroca es el común denominador.
El auge económico de la Murcia del XVI y XVII así como la progresiva cristianización del territorio coincidieron con las formas y líneas barrocas, con peculiaridades, como las techumbres moriscas o la interpretación popular de los elementos ornamentales: fachadas sencillas en las que la piedra se limita a las portadas. Muy abundantes también, en estas líneas barroquizantes, son los numerosos conventos, monasterios, ermitas y santuarios, muestra inequívoca tanto de la importante implantación de las ordenes, mendicantes o contemplativas, como de la relevancia de ciertos lugares como centro de culto a reliquias o emplazamientos tradicionales de peregrinación. De todo esto último es ejemplo La Santa de Totana o La Fuensanta, de Murcia, el monasterio de Santa Ana de Jumilla o el Santuario de la Vera Cruz en Caravaca.
Pocos son los ejemplos de las trazas neoclásicas, en Jumilla y Cartagena, con la Iglesia de Santiago y La Caridad, respectivamente, donde la reinterpretación de los dictados de Serlio y Palladio tienen un claro ejemplo. Asimismo, a lo largo del siglo XIX y XX se llevarán a cabo pocas construcciones religiosas, centrándose quizá en ciudades como Cartagena y La Unión, coincidiendo con su desarrollo económico gracias a las empresas de extracción minera.
Iglesia de Santa María Magdalena
Iglesia de San Pedro Apóstol de Calasparra
Iglesia de Santiago de Jumilla
Iglesia de la Purísima Concepción de Fortuna
La Caida de Francisco Salzillo
En el caso de nuestra región es difícil encontrar, por ejemplo, restos que pertenezcan al período artístico románico, tan abundante en el centro y, sobre todo, norte de la península. La dominación musulmana que se extendió prácticamente hasta la mitad siglo XIII y la lentitud de la repoblación cristiana y extensión del culto cristiano hacen casi imposible el encuentro con obras del medievo y del gótico.
Son pocos los ejemplos de las conocidas trazas góticas: crucerías, arbotantes compuestos y pináculos o grandes portadas historiadas en piedra labrada. En algunos casos como las iglesias altas de Lorca, están prácticamente perdidos, en otros casos, como la nave central de la Iglesia de Santiago de Jumilla, han quedado como ejemplos testimoniales anejos a sucesivas ampliaciones constructivas de épocas posteriores.
Arquitectura Mudejar
Pero la arquitectura religiosa murciana tiene sin duda su propia personalidad. Así lo demuestra el caso de los muchos ejemplos de cubiertas mudéjares que se pueden admirar en Murcia. La pervivencia de las artes de la llamada carpintería de lo blanco, arte de tallar y encastrar la madera siguiendo la tradición artística musulmana en complicadas y precisas lacerías, tiene en nuestra Región un enjundioso ejemplo que se extendió a lo largo de dos siglos, siglos XVI y XVII. Ejemplos de ello son la Iglesia de la Concepción, de Cehegín, la Iglesia de Santa Eulalia en Totana o San Onofre de Alguazas, cuyas policromías de grutescos y candelieri tienen una curiosa correspondencia en los labrados en piedra en la torre de la Catedral de Murcia en el siglo XVI.
Las Construcciones religiosas de las órdenes militares
Debemos tener en cuenta, también, que uno de los motores vivificantes de las construcciones religiosas en esta región llegó de la mano de las encomiendas y ordenes militares, vinculadas directamente con el proceso de Reconquista y asentamiento cristiano en los territorios conquistados a los musulmanes. La Orden de Santiago, en el valle de Ricote, Totana, y Aledo, esta última con la Iglesia de Santa María la Real; la de Calatrava, con la Iglesia de San José de Abanilla; la de San Juan de Jerusalén con la Iglesia de San Pedro Apóstol en Calasparra.
Estas encomiendas tenían una relación directa con la creación de templos parroquiales, ermitas o santuarios. Las visitas periódicas que se realizaban a las villas o enclaves administrados mantenían constancia documental tanto de las obras necesarias o realizadas como de los bienes que se encargaban o adquirían. Pero la influencia y dominio de estas encomiendas tuvo un receso ya desde el siglo XVII, conforme las villas crecían la descentralización del poder administrativo y el crecimiento de los Concejos, donde se reunían poder civil local y religioso, fue desplazando a las antiguas ordenes militares.
Renacimiento y Barroco
La recuperación económica y demográfica de Murcia de los siglos XVI, XVII y XVIII marcan sin duda las características principales de las construcciones arquitectónicas de la Diócesis de Cartagena. Aunque el Quinientos debería englobar el período artístico del Renacimiento debemos entender que en España la asimilación de este estilo fue más lento que en países como Italia, cuna de la renovación humanística.
En Murcia los ejemplos de templos del siglo XVI no son muy numerosos pero sí destacables en cuanto a su belleza formal. Las iglesias columnarias de Santa María Magdalena en Cehegín, del arquitecto Jerónimo Quijano que fuera maestro mayor de la catedral de Murcia, o la de la Asunción en Moratalla constituyen las referencias de esta aplicación de las formas clásicas en su concepto renacentista.
Pero Murcia es, eminentemente, barroca. La Catedral de Murcia es buen ejemplo de la progresiva evolución del barroco y, en especial, del gran desarrollo de sus formas ornamentales, como queda patente en su fachada donde aparecen curvas, contracurvas, entablamentos desarrollados y ornamentados, y columnas de estilos compuestos, así como guirnaldas y pilastras con candelieri. Quizá en oposición a este ejemplo de ornamentación barroca deberíamos hacer mención de las numerosas iglesias y templos murcianos que quedan englobados dentro del conocido como barroco popular. Obras en los que la sillería se remite a los adornos de las fachadas, a los ornamentos de pilastras o frontones partidos. Ejemplos de esto último son, por ejemplo, la Iglesia de la Purísima Concepción de Fortuna, la de San Pablo de Abarán o la del Salvador de Jumilla.
Neoclasicismo
El Neoclasicismo en Murcia tendría escasas plasmaciones y ceñidas cronológicamente, en muchos casos, entre finales del siglo XVIII y comienzos del XIX, cuando se aplicó este estilo en la realización de ampliaciones o adendas de muchos templos o la creación de algunos nuevos. La figura del arquitecto Lorenzo Alonso tuvo especial relevancia en estas realizaciones, trabajó en la parroquial de Santiago de Jumilla y en la Iglesia de San Onofre de Alguazas, aportando una concepción académica de la arquitectura con trazas basadas en las formas palladianas, líneas austeras, motivos clásicos como frontones o entablamentos poco ornamentados, pilastras de escala monumental etc. Y la Iglesia de la Caridad, de Cartagena, del ingeniero Tallarie es un gran ejemplo de los presupuestos neoclásicos seguidos ya en el siglo XIX, tanto en formas como en la utilización de nuevos materiales como el hierro en la construcción de su cúpula.
Siglos XIX y XX
Durante el siglo XIX y primeros años del XX la arquitectura se sometió a dictámenes que podríamos calificar como revisionistas. No hubo estilo concreto que seguir sino un mar de reinterpretaciones de estéticas pretéritas, retracción de la que surgieron los neogóticos y neorrománicos, junto a los modernismos que, en el caso español, tuvieron su máxima representación en Cataluña. Podemos citar obras tan peculiares como la Ermita de Nuestra Señora de la Salud, del Balneario de Archena, de 1878, que se ha calificado como "neobizantina". La iglesia de Nuestra Señora de los Remedios, en Cartagena, formaría parte del eclecticismo que mezcla elementos estilísticos concretos de distintos períodos artísticos.
Murcia, como el resto de la España católica, experimentó una gran proliferación en la producción de esculturas y ornamentos dedicados a reforzar la espiritualidad postridentina. Tras la Reforma y la irrupción de las iglesias protestantes en Europa, la Iglesia Católica hizo hincapié en acentuar los signos distintivos que estaban siendo contestados por las iglesias evangélicas, de esta forma obras muebles como sagrarios, custodias y confesionarios se multiplicarían en número y calidad ornamental en muchas iglesias, aunque el auge sería particularmente relevante en las imágenes y advocaciones, sobre todo de la Virgen María, buscando siempre la diferenciación con las novedosas formulaciones protestantes. Manifestaciones públicas de fe que en la Monarquía Hispánica fomentaron la creación de talleres de imaginería y dorado dada su demanda para procesiones y actos litúrgicos.
Imaginería religiosa
Son escasos los ejemplos de obras góticas y la mayor parte de los bienes muebles de la iglesia son tallas de madera policromadas y doradas, artesanía que en Murcia tuvo un papel destacado y resultaron muy apreciadas por el público. Nicolás de Bussy, en obras como el Cristo de la Preciosísima Sangre, inicia quizás el periodo de auge de este tipo de obras, proseguidas por el taller de los Salzillos, comenzado con Nicolás, muerto en 1727, y continuado por su hijo Francisco, que hasta su muerte en 1783 no sólo llevaría a cabo un sinfín de obras de gran calidad, con ejemplos como La Dolorosa o el conjunto de la Oración en el Huerto, sino que su estilo daría nombre a toda una escuela que seguirían discípulos directos y creadores posteriores.
Entre los discípulos de Salzillo destaca Roque López, durante el siglo XVIII, y como seguidores de su obra a lo largo de los siglos XIX y XX Sánchez Araciel, González Moreno o Sánchez Lozano. Esta escuela salzillesca se caracteriza por la impronta clásica de sus figuras, dotadas con proporciones y medidas que aprovechan los cánones clásicos, ajustándose las escenas y el dramatismo de las obras al naturalismo propio del barroco.
La producción pictórica en la Diócesis de Cartagena fue menos prolija y menos popular por razones evidentes, aunque no por ello resulta menos relevante, especialmente, los varios ejemplos de arquitecturas fingidas pintadas en algunos muros de iglesias como la de Santa Eulalia de Murcia o Santiago de Jumilla, obras de Pablo de Sistori pintor del siglo XVIII especializado en pintura mural y que llevó a cabo varios de estos retablos, bien por razones económicas ante la imposibilidad de costear retablos de madera, bien por la prohibición de 1777 de emplear madera en estas obras por el evidente peligro de incendio.
Pintura Renacentista y Barroca
La pintura sobre lienzo en Murcia tiene algunos ejemplos fechados en el siglo XVI, autores como Hernando de los Llanos nos dejan ejemplos de una obra pictórica renacentista, muy ligada a la tradición italiana. En una de sus materializaciones, en el Santuario de la Veracruz de Caravaca, San Juan en Patmos, apreciamos por un lado el paisaje difuminado y alejado del fondo y el perfil acusado de la figura de San Juan, una mezcla de la combinación de la estética renacentista y el estilismo gótico.
La mayor parte de los ejemplos de pintura en Murcia son plenamente barrocos, muchos de ellos anónimos aunque también hay nombres destacados como es el caso de las obras de Senén Vila, nacido en Valencia pero que llevó a cabo su obra en Murcia hasta su muerte en 1707. Pintura plenamente barroca, de trazados suaves, formas académicas y encuadres geométricos donde la distribución de personajes suele ser alrededor de un eje central en el que se desarrolla la escena principal. Destacamos su Adoración de los pastores que acoge la Iglesia murciana de San Andrés.
Siglo XX
Alejados de estos siglos del barroco, durante el pasado siglo XX se sigue cultivando la pintura de temática religiosa, con autores como el lorquino Manuel Muñoz Barberán, creador de lienzos y pinturas murales. Formado en la escuela de San Fernando de Madrid, sus obras se caracterizan por un lado por una exactitud académica a la hora de afrontar las escenas y de otro por tener unas características plenamente modernas, con trazos amplios en los que el color es el protagonista, incluso la paleta de colores y su aplicación parecen querer recordar a veces a la pintura renacentista italiana como en el caso de su Bautismo de Cristo en la Iglesia de Santomera.